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Pequeña Nutria entreabrió los ojos, girando el cuello para buscar el cálido vientre de su madre. De pronto se encontró con la realidad. Apenas recordaba el agradable aroma de la gata que la había cuidado hacia tantas lunas, recordaba el frío de las noches, el denso olor de las plantas, y su cálido pelaje contra el suyo. Trató de imaginársela, pero estaba muy borrosa, como sus hermanos. Le sonaba haber compartido lecho, sin embargo no podía recordar nada. Miró a Enzarzada, la gata había cuidado de ella como si fuera su propia hija. Parpadeó agradecida y salió de la guarida, estirando una a una sus patas. El claro era amplio, con espacio para muchos gatos. 

—¿Emocionada?— Pequeña Nutria giró el cuello hacia Corazón Nocturno, que estaba a su lado.

—Uhm... Algo así... — respondió, mirando el cielo, que comenzaba a aclararse ante los primeros rayos de luz.

Corazón Nocturno se sacudió.

—Solo espera a esos tres que salgan, todo el Clan se despartará por sus gritos. — rio.

Pequeña Nutria agito los bigotes, viendo al gato alejarse para unirse a una patrulla junto a Garra Soleada. Pequeña Pintada tardo menos de un latido de corazón en salir de la maternidad.

—¡Seré la mejor guerrera! — su aullido resonó en el callado claro.

—Si no espantas a las presas con tus gritos, quizá yo puedo ser el mejor cazador— Pequeño Pino simulaba acechar una presa.

Unas patas empujaron de pronto a la cachorra blanca y marrón, que rodó con un grito agudo de sorpresa. Bayilla estaba sobre ella, sus ojos brillando de emoción.

—¡Os estáis ensuciando! — Enzarzada comenzó a limpiar a Pequeña Pintada, su rugosa lengua recorrió la espalda de la gata con velocidad.

Mientras, Estrella Nubosa llamó al Clan.

—¡Ya esta!— gruñó Pequeña Nutria tratando de escapar de Enzarzada, que la mantenía sujeta mientras la acicalaba.

Sus hermanos ya caminaban hacia el centro. Pequeño Pino iba rígido, su cola tiesa apuntando al cielo. Bayilla miraba sus patas, y Pequeña Pintada caminaba feliz, parecía no notar todas las miradas en ella. Pequeña Nutria se escabulló y alcanzó a sus hermanos. La líder los miraba desde de arriba, calmada.

—Estos cachorros ya tienen la edad suficiente. Es hora de que entrenen para un dia servir a su Clan. Pequeña Pintada, seras Pintadina, y te entrenará Lobezno. Pequeño Pino, ahora Zarpa Pino, seras guiado por Corazon Nocturno. Bayilla, ahora Bayina será Garra Soleada tu mentor. Pequeña Nutria, Pedregoso sabrá enseñarte, ahora seras Nutrina.

La gata rozo su nariz con la oscura de su mentor. El gato la miró y le dio un lametón de animo tras la oreja.

—Serás una guerrera excelente, justo como tu madre.— ronroneo.

Nutrina sonrió.

—Ojalá estuviera aqui...

—¿Su madre?— el gruñido provenía de Bigotes de Leopardo— ¿Quién es?— su mirada estaba entornada.

Pedregoso miró a Bigotes de Leopardo.

—Es una larga historia... luego te lo explicare... — siseo, sus orejas señalaron a Nutrina brevemente.

—¿¡Que me ocultas!?— bufó ella, erizando la espalda.

—guarda silencio si no quieres cazar garrapatas tu primer dia— respondió duramente Pedregoso, antes de girarse hacia su padre.— Recuérdamelo mas tarde— ronroneo.

El guerrero moteado se alejo tras asentir.

—Quiero saberlo todo— gruñó Nutrina agachando las orejas—¡es mi madre!

Pedregoso suspiró mientras echaba a andar. Nutrina resopló, encontraría respuestas. De pronto Pedregoso paró en seco.

—El Clan no debe saber que tu madre era una antigua guerrera.— gruñó, su cola se movía con incomodidad, mientras sus orejas giraban en todas direcciones atentas a sonidos.

—¿Por que? — seria mejor si el Clan supiera la verdad, la aceptarían como una más, completamente.

Pedregoso solo agito la cabeza.

—Sabrán lo que haga falta.— siguió Nutrina— Es mi origen, y deben conocerlo.

Se dio la vuelta para alejarse de vuelta al campamento. 

«¿Donde estoy?» se preguntó de pronto, habia caminado tanto que sus zarpas comenzaban a doler. Un olor extraño llego a sus oídos. ¿Podía ser de un gato? Si, pero uno muy sucio. Frunció la nariz mientras se abría paso entre los arbustos, de pronto quedo frente a una gata.

—hola— maulló esta.

Nutrina se erizo, sabia que aquel hedor no procedía de ese proscrito, pero su curiosidad quedo olvidada mientras un gruñido brotaba de los más hondo de su garganta.

—Vete— bufó.

La gata negra, de tripa, patas, pecho y hocico blanco, parpadeo.

—¿Por qué?— respondió— No mandas aqui.

—Claro que mando.— saco las uñas, esa estúpida bola de pelos parecía no enterarse de nada.— esto es territorio de Clan.

La gata se paso una zarpa por la oreja.

—¿Clan? ¡Oh! ¿Tu eres una gata de Clan?— sus ojos se abrieron.

Nutrina hincho em pecho de orgullo.

—Si, soy una gata salvaje.— declaró.

—Os imaginaba... Uh... ¿Amenazantes?

La aprendiza se erizo, mostrando los dientes.

—Quiza quieras comprobar si mis colmillos son amenazantes— dijo.

La gata agitó los bigotes y olfateó.

—No, gracias. Pero necesito ir al campamento, del Clan del Bosque... creo...— maulló.

—¿Para qué?— Nutrina reprimió las ganas de saltar contra ella, deseando adivinar que quería esa intrusa.

—¿No puedes dejar de preguntar?— la extraña agito la cola.

—Vete.—bufó Nutrina, molesta.

—No le hagas caso, es solo una aprendiza...— maulló una voz sobre sus cabezas.

Nutrina miró hacia arriba, apenas pudo ver unos retazos de pelaje marrón entre las ramas de un árbol.

—Dile a Cola Florida que el lecho se esta secando.— añadió.

—¿Por qué?— gruñó, tratando de ver mejor al gato, que sorbió mientras dejaba de moverse.

Sus ojos llameantes quedaron a la vista.

—Porque no quieres perder una oreja— siseó.

Nutrina tragó saliva.

—¿Si se lo digo os iréis?— preguntó.

—Si, pero mañana estaré aquí, al anochecer, esperando una respuesta.

Nutrina asintió con la cabeza y se alejó. ¿Que quería ese gato? ¿Quién era Cola Florida? Se le erizó la espalda mientras decidía hablar con Pedregoso.

Gatos guerreros. Sombras en la noche.Where stories live. Discover now