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Pedregoso estiró las patas delanteras todo lo que pudo, soltando un largo bostezo. Un gruñido le hizo encogerse, cuando sus zarpas tocaron la espalda de un gato. Tormenta Azulada le gruñó algo mientras se removía.

—Lo siento— se disculpo mientras salía de la guarida. 

Fuera vio a Rocoso y Nariz de Menta tumbados al sol. Una liebre a medio comer frente a sus patas. Tigresa se deslizó hasta sentarse fuera de la maternidad, Garra Negra se acercó para hablar con ella. Pedregoso suspiró, ¿Serían él y Patas Nubladas así algún día? los gritos de Pequeña Lagartija y Reyezuelillo lo sacaron de sus pensamientos.

—¡Cuidado con las patas!— exclamó Goteada sofocando un ronroneo de risa, cuando un cachorro pisó su cola.

—¿Has visto los cachorros de Enzarzada?— preguntó Pequeña Lagartija frenando frente a la guerrera— ¡Son diminutos!

Goteada asintió, sonriente, soltando el ratón que colgaba de sus fauces para lamer una oreja de la gatita.

—Tu también eras así, pequeña— ronroneó.

Pequeña Lagartija sacudió su pelaje.

—Sí... ¡Y todos! Pero ellos son... — agitó las orejas mientras saltaba sobre su hermano, que tiraba de la oreja del ratón entre gruñidos.

—¡Hey! — Goteada los espantó agitando la cola— Esto es presa, no debéis jugar con ella.— los regañó.

—Pero...— gimió Reyezuelillo.

Pequeña Lagartija aulló saltando sobre la espalda de la presa, Goteada la cogió de pescuezo y tiró de ella hacia atrás.

—Quizá si te portas bien, luego te deje la cola del ratón para que juegues. Ahora corred, a ver quien llega antes a la maternidad.

Los dos hermanos se alejaron entre gritos.

—¿He oído cachorros? — preguntó Pedregoso.

—Sí. Enzarzada ha dado a luz. Ve a verlos, son preciosos— los ojos de la gata brillaban.

Pedregoso se dio unos largos lametones en la espalda antes de dirigirse hacia la maternidad. Se abrió paso entre las hierbas altas que cubrían la entrada de la cueva hasta llegar a la joven reinas.

—¡Pedregoso!

El guerrero parpadeo sorprendido.

—Ah... Hola, Patas Nubladas... Solo venia a ver a Enzarzada— maulló, ardiendo desde la cola hasta la punta de las orejas. — ¿Tienen nombre ya? — pregunto acercándose a la atigrada.

—Sí. Ella es Pequeña Pintada — señalo a una gatita blanca de patas canelas con rayas atigradas — Ella Bayilla, y el pequeño atigrado marrón Pequeño Pino.

—¿Quieres algo mas?— gruñó Patas Nubladas agitando la cola, su voz sonó ronca.

—¿Tienes hormigas en el pelaje?— gruño Pedregoso en voz baja mientras salía.

La gata salio tras el.  Pedregoso se giró hacia ella, sorprendiéndose al ver sus ojos chispeantes.

—¿Te he hecho algo?— preguntó sin entender.

La gata agitó la cola con fuerza.

—Si no te das cuenta, es que estas ciego.— bufo alejándose de el hacia el túnel de zarza.

Pedregoso la miró hasta que la punta de cola desapareció de su vista. Suspiró, si algo necesitaba era apoyo. Se preguntó que tal estaría Baya Roja, pero antes de poder dirigirse a la guarida de la curandera un maullido lo retuvo.

Gatos guerreros. Sombras en la noche.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora