8

16 2 0
                                    


Todo estaba en silencio. Solo una hoja, demasiado lejana como para decir de que planta era, revoloteaba en el aire. justo en la frontera entre el lugar de Dos Patas y el bosque. De pronto se alzó un viento furioso, que heló la piel de pedregoso. Los pájaros cantaban a pesar del ruidoso viento, que alejó la hoja hacia fuera del bosque.

Pedregoso despertó. ¿Qué significaba eso? Iba a ir junto a Ala Plumosa, pero recordó que ya no estaba. Ni Baya Roja. Suspirando se levantó y salió. El claro estaba iluminado por los primeros rayos del sol. Con un aullido Pequeña nutria se lanzó contra su zarpa.

—¡Fuera!— gruñó mientras daba suaves mordiscos a su pata.

Pedregoso la miró. habían pasado dos lunas desde que la había traído, ya era bastante más grande.

—¡Hey!  Atrápame— la retó Pequeña Pintada.

Al momento la gata blanca y marrón salió disparada tras su amiga. Pequeño Pino estaba tumbado, su vientre apuntaba al cielo, el sol lo iluminaba con sus cálidos rayos. Bayina bostezó mientras se estiraba.

—Nadie diría que Pequeña Nutria no es una gata de Clan—maulló en su oído Patas Nubladas.

—Porque sería mentira— respondió moviendo una oreja Pedregoso.

Viento Gélido caminó hacia el centro del claro.

—Ala plumosa me ha visitado en sueños— maulló— Debemos estar atentos. Musgoso se prepara para atacarnos.

Pedregoso se sentó, algo incómodo. ¿Y su sueño? El vendaval había expulsado la hoja, ¿acaso el viento era Viento Gélido? ¿La hoja era musgo en realidad? Todo cobró sentido de pronto: Viento Gélido vencería a Musgoso, trayendo la paz. A pesar de que ya entendía su sueño, aun no se sentía bien. ¿por qué tenía que ser su padre el enemigo? ¿Por qué no podía estar en el Clan? Miró a Zarpa Empolvada, se había distanciado con él tras saber la verdad, a pesar de que el joven aprendiz no conocía la verdad.

-¡hey! Zarpa Empolvada, ¿quieres salir a entrenar?

El gato pareció sorprendido, pero corrió hacia él con la cola erguida.

—Estaré encantado.— maulló, un ronroneó vibró en su garganta.

Mientras caminaban se acercaron a la tumba de Bosquillo. Pedregoso sintió una punzada de dolor. El joven gato había muerto con apenas una luna de edad. Se alejó de allí, hacia la frontera con el Clan del Mar.

—¿Traspasando?— el gruñido provenía de Brisa Congelada— El incendio no nos ha debilitado, ladrones de presas.

Pedregoso se erizó, a su lado Zarpa Empolvada dejó escapar un gruñido de desagrado.

—Aquí los únicos ladrones sois vosotros. — bufó Pedregoso, habían captado rastros del Clan vecino en las Rocas Calientes, en su lado de la frontera.

Bigotes de Halcón mostró los dientes.

—Las rocas calientes son nuestras. ¡Siempre lo han sido!— aulló, su pelaje moteado erizándose por segundos.

—Habrá problemas si traspasáis de nuevo, Clan del Mar. — maulló Pedregoso ondeando la cola para relajar a zarpa Empolvada.— Vamos. No merecen más perdida de tiempo.

Brisa Congelada lanzó un aullido de victoria.

—¡largo! ratones cobardes— se unió Bigotes de Halcón.

Zarpa Empolvada gruñó, sus orejas pegadas al craneo.

—No les hagas caso, si hay batalla verán el poder de nuestras uñas.—posó la cola en los hombros de su medio-hermano, que suspiro irritablemente.

—Informemos a Estrella Nubosa.— murmuró, aun molesto.

Pedregoso asintió mientras caminaba. Cuando entraron se dirigió a la guarida de la líder.

—¿Estrella Nubosa?— no hubo respuesta. Olfateó el aire, pero era obvio que la gata no estaba allí.

—¿la buscas?— preguntó Lagartijina, pasando cerca con un fajo de bayas.— ha salido.

Pedregoso asintió con la cabeza, mientras caminaba junto a Patas Nubladas. Se tumbó a su lado y frotó su hocico contra el costado blanco grisaceo de la gata. Ella ronroneó.


Gatos guerreros. Sombras en la noche.Where stories live. Discover now