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El guerrero se despertó cuando el aullido de la líder resonó con fiereza. Bizqueó, a su lado Patas Nubladas le daba rítmicos lametones en el lomo, la herida aun no había sanado. En el claro los gatos ya se estaban reuniendo para oir las noticias. Pedregoso obligó a sus patas a moverse y se levantó, caminando para sentarse junto al primer gato que encontró, Suspiro. Este tenía la mirada puesta en sus patas.

—¿Ocurre algo?— preguntó mintras Patas Nubladas se acomodaba a su lado.

—Jengibre a muerto...— musitó el guerrero— Ahora estará junto a Cola Florida.

Pedregoso echó atrás las orejas por la sorpresa. ¿Qué sería de Baya Roja ahora? La gata había estado muy débil esos últimos días, sin acabar de sanar las heridas.

—Hay malas noticias. — maulló la gata, con voz firme— Ala Plumosa ha sufrido un accidente, cayendo por el desfiladero, y Baya Roja y Jengibre han muerto... Al parecer han viajado juntos al Clan estelar...

Pedregoso sintió como si un tejón le hubiera  lanzado un zarpazo. ¿Baya Roja...muerta? No era posible. A su lado Patas Nubladas se presionó contra su costado, con tanta fuerza que Pedregoso tuvo que fijar las patas contra el suelo para no ser empujado. Suspiro lo miró largamente, sus ojos eran dos rendijas verdes de tristeza. Pedregoso volvió la mirada a la líder.

—Sabemos porqué Ala Plumosa se ha suicidado...— continuó, su voz parecía más insegura ahora.

—¿¡Suicidado!?— aulló Lobezno, levantándose— ¡Eso es imposible!

Viento Gélido siseó:

—Cierra la boca y escucha.

Lobezno gruñó mientras se sentaba de nuevo. Pedregoso ladeó la cabeza «¿Ellos saben por qué? ¿Cómo?»

—Antes de morir Ala Plumosa le reveló una profecía a Viento Gélido: "Cuando el musgo quese heló vuelva, la muerte llegará. Será el bosque contra el musgo... En una lucha que solo tendrá un ganador." Ella se suicidó, probablemente era demasiado joven para tanto, y sabiendo que Musgoso fue el asesino de su mentora: Tostada...

Los murmullos recorrieron el claro como el viento, todos parecían sorprendidos.

—¿Quién cuidará ahora a los enfermos?—preguntó Robledo.

El silencio reino unos instantes, solo quebrado por el canto de una alondra.

—Pequeña Lagartija, ¿quieres ser curandera?— la pregunta de la líder cogió por sorpresa a la cachorra, que titubeó.

—Eh... ¿Yo? No se... ¿Quién me ensañará?

—El Clan estelar lo hará. Pero es tu decisión.— la líder paso su cola por la espalda de la cachorra.

—Yo quiero cuidar del Clan... Pero no se si podré... Yo...

—¡No!— Tigresa se interpuso entre la líder y su cachorro.— ¡es mucha responsabilidad para ella! ¡¡Apenas tiene cinco lunas!!

—Pero mamá...  Yo podría...

—¡Jamás! Aun eres joven, Pequeña Lagartija. ve a la maternidad junto con Reyezuelillo. ¡Ahora! — ordenó, su cola se sacudía con fuerza.

—pero...

Garra negra, su padre, la agarró por el pescuezo y la llevó hacia la guarida, Reyezuelillo tras él. Tigresa bufó y sacudió l cabeza, antes de volver la mirada llameante hacia su líder.

—Ella no será curandera. No sin un mentor que la guié. — siseó, sus uñas estaban desenvainadas.

— La decisión no es tuya, Tigresa. Pequeña Lagartija debe elegir.

Gatos guerreros. Sombras en la noche.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora