Ocho.

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Estaba observando el amanecer cuando un ajetreo fuera de su cabaña llamó la atención

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Estaba observando el amanecer cuando un ajetreo fuera de su cabaña llamó la atención. Trató de ignorarlo pero este creció de tal manera que no le quedó más opción que ponerse de pie y salir al exterior, donde se detuvo en seco. Los habitantes de Oskru estaban fuera de sus hogares, observando el vehículo deteniéndose a una distancia prudente. Sabía de quiénes se trataban incluso antes de que Bellamy bajara junto a una muchacha rubia que no reconoció de inmediato.

—¿Qué hacen aquí? —cuestionó Eira acercándose a ella al tiempo que Briseida ladeaba a la cabeza, sintiendo los recuerdos sumergir de su mente. Clarke Griffin—. ¿Por qué traen armas, Briseida? —preguntó perdiendo la paciencia.

La ignoró, acercándose a ellos mientras los murmullos se expandían entre los ciudadanos.

Bellamy llevaba un rifle descansando en su brazo como si estuviera dispuesto a usarlo en cualquier momento. Vestía de la misma forma que el día anterior, con el uniforme de guardia. Mientras que Clarke se la veía completamente diferente a la muchacha que había visto en el hospital y luego en la foto carnet de la oficina del Canciller. En el Arca, su cabello era más lacio y su ropa prolija. Ahora, si bien el cabello rubio lo llevaba atado por los lados y unido detrás, se mostraba más rebelde, y vestía unos pantalones oscuros junto a una remera y campera en tonos azulados.

—¿Brisa? —preguntó Clarke en cuanto estuvieron frente a frente. Bellamy iba detrás de ella, observando su alrededor como si jamás hubiera visto una aldea de terrestres—. Clarke Griffin —saludó estirando su mano.

Briseida luchó con la urgencia de tomársela. Todo Oskru estaba observándola atentos a cualquier movimiento brusco o de confianza.

—Vamos a mi cabaña —pidió, girando sobre sus talones confiando en que le siguieran el paso.

Ingresó primero a la cabaña, dejando que Clarke y Bellamy entraran para cerrar la puerta, dejándola a Eira del otro lado. No era una conversación que le gustara que presenciara.

—¿Qué hacen aquí? —cuestionó sintiéndose invadida mientras los dos observaban la cabaña con suma atención. La primera en mirarla fue Clarke. Bellamy estaba detrás de ella, observando las paredes—. No deberían haber venido —añadió, sacudiendo la cabeza al recordar las miradas de los ciudadanos.

—¿Cómo querías que habláramos de la alianza entonces? —preguntó con suma calma. Bellamy volteó a mirarla y Briseida alejó la mirada unos segundos, incapaz de hilar sus pensamientos.

—¿Significa esto que aceptan? —repuso volviendo su mirada a Clarke. Había cambiado, pero mantenía la misma mirada humilde e inocente. Se preguntó cuánto de esto resultaba ser verdad.

—Sí —contestó—. Pero necesitamos que vengas nosotros al campamento. Allí podremos arreglar los últimos detalles.

Ante esto, Briseida flaqueó. ¿Dejar a Oskru solos otra vez? ¿Volver a Skariku? ¿Revivir lo sucedido el día anterior?

Atlas II | Bellamy BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora