Catorce.

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Briseida suspiró al tiempo que soltaba la flecha, la cual dio en el centro del árbol al que apuntaba

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Briseida suspiró al tiempo que soltaba la flecha, la cual dio en el centro del árbol al que apuntaba. Bajó el arco, volteando para mirar a Octavia, quien estaba de pie detrás de ella con los brazos cruzados, prestando atención a cada una de sus indicaciones mientras observaba con cuidado cada uno de sus movimientos.

Estaban de pie alejadas del campamento, pero aún dentro del bosque. A sus oídos llegaban las olas de la playa, relajando a Briseida.

—Eso es todo, básicamente —dijo, teniéndole el arco mientras cambiaban de lugar. Octavia lo tomó y se agachó con la intención de agarrar una flecha del carcaj que estaba en el suelo.

—No se ve tan difícil —comentó en voz baja mientras acomodaba la flecha en el arco. Briseida la miró con la sombra de una sonrisa dibujada en el rostro. No recordaba la última vez que había sonreído con ganas.

Octavia se detuvo con un suspiro, moviendo los hombros en círculo como si estuviera preparándose para atacar. Entonces, levantó la mirada hacia Briseida, aún con el arco y la fecha baja.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —susurró.

Briseida esperó porque dijera que estaba bromeando, pero su rostro serio le demostró lo contrario. Sacudió la cabeza, mordiéndose el labio inferior mientras miraba a su alrededor. Se asemejaba a la emboscada de Clarke. ¿Por qué no se había quedado en el campamento donde nadie se atrevería a molestarla?

—Brisa... —murmuró Octavia. Briseida volteó a mirarla, se estaba acercando a ella con el ceño ligeramente fruncido como si estuviera rogándole—. Por favor... —añadió cuando se detuvo a una distancia prudente.

Bajó la mirada un instante. Octavia no parecía la clase de persona que fuera a juzgarla. Además, se había acercado a ella de una forma sutil y era la única que se había preocupado en saber si estaba de acuerdo con un cuestionario. De todas las personas en aquel viaje, Octavia podía ser la que más la comprendiera.

—¿Qué quieres saber? —preguntó al tiempo que levantaba la mirada.

Las facciones de Octavia se suavizaron de inmediato como si se hubiera quitado un gran peso de sus hombros. Bajo la tenue luz del sol, Briseida cayó en la cuenta de cuánto había cambiado físicamente. Claro que lo notó cuando volvió a verla en Skaikru, pero ahora estaba mirándola con detenimiento. Sus facciones óseas estaban aún más marcadas, la mandíbula se asemejaba a la de Bellamy, su piel bronceada por tanto tiempo bajo el sol, su cuerpo estilizado pero también robusto en partes claves como los brazos y las piernas debido al entrenamiento como terrestre. Se preguntó cómo consiguió reconocerla al verla por primera vez.

—¿Dónde estuviste todo este tiempo? —cuestionó por fin. Los brazos a sus lados, olvidando por completo de la flecha y el arco.

Briseida suspiró, preguntándose si había tomado la decisión correcta.

Atlas II | Bellamy BlakeWhere stories live. Discover now