Doce.

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—Continuaremos en la mañana —anunció Briseida tras detener a Calisto frente al vehículo que iba primero en la fila de los tres

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—Continuaremos en la mañana —anunció Briseida tras detener a Calisto frente al vehículo que iba primero en la fila de los tres. Como el camino entre los árboles era angosto, Skaikru se las arregló para manejar en fila y primera estaba Clarke, quien asintió.

Briseida giró con Calisto mirando a quienes estaban detrás de ella esperando sus indicaciones. Octavia, quien pasó la mayoría del tiempo a su lado, volvió a acercarse.

—¿Por qué nos detenemos? —preguntó incrédula.

—Necesitamos descansar. Los caballos también —explicó—. Además, pronto anochecerá. Seguiremos por la mañana, no estamos lejos de la primera aldea.

Octavia asintió, golpeando suavemente los talones contra su caballo, quien comenzó a caminar dirección a los vehículos. Briseida dirigió a Calisto entre los árboles, dejando que Skaikru acomodara sus camionetas.

A tan solo metros, los árboles se separaban cada vez más, dándoles lugar para moverse con agilidad. Detuvo a Calisto jalando de las riendas y bajó de ella, oyendo como el resto de su equipo se acercaba.

—Aquí estaremos bien —aseguró. A sus oídos llegaba el sonido de las olas moverse en la playa. La urgencia por visitarla era increíble. Cuando Oskru estaba en movimiento, la mayoría del tiempo lograba guiarse por la costa pero no siempre Briseida tenía la oportunidad de visitarla por más que lo necesitara. Ahora, era una buena opción y una promesa a cumplir.

—¿Crees que no sucederá nada? —preguntó Eira, bajando el armamento al suelo. Cada uno había cargado con diferentes espadas y arcos y flechas. Lo necesario para sobrevivir una batalla imprevista. Briseida llevaba su espada junto con varios cuchillos escondidos en su vestimenta. Si bien le gustaba practicar arco y flecha, no vio la necesidad que recargarse. La espada era más efectiva en una guerra.

Abrió la boca para contestar, pero entonces apareció el resto de Skaikru cargando cajas que parecían pesar. Las dejaron en el suelo y fue Clarke quien habló, con Bellamy de pie detrás de ella.

—Aquí tenemos alimento y agua para pasar la noche —empezó, mirando a cada uno de los presentes. Oskru aún tenía sus reservas respecto a Skaikru, por lo que Isla, Vienna y Milo dieron un paso hacia el costado de forma inconciente marcando la distancia mientras que Eira se mantuvo en su lugar aunque a duras penas, según notó Briseida—. Tomen y coman lo que quieran. Hay de sobra —añadió en un tono más dulce que autoritario, una sonrisa débil se formó en su rostro pero la borró en cuanto bajó la mirada un instante. Briseida supo que estaba tratando de lograr que Oskru confiara en ellos, por lo que sintió cierta pena.

—Bien —soltó en un tono alto para que todos les prestaran atención—. Vamos a comenzar haciendo un fuego. Hace frío y necesitamos un poco de calor —continuó sin bajar la mirada—. La noche será dura —continuó. Ante sus palabras, observó a Isla, Vienna y Milo alejarse entre los árboles. Notó la figura de Octavia seguirlos en un paso apurado y, cuando volvió su mirada al frente se encontró con Eira mirándola. Asintió de forma disimulada, dejándola saber que estaba bien y, sin más, Eira también se unió al equipo en busca de ramas lo suficientemente secas para crear un fuego. Esperaba que hallaran lo que necesitaban incluso en un clima tan frío donde el rocío caía constantemente por las noches y madrugadas.

Atlas II | Bellamy BlakeWhere stories live. Discover now