Veintitrés.

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Briseida despertó ante la calidez que Bellamy emanaba con su brazo sobre ella y su respiración rozándole la piel

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Briseida despertó ante la calidez que Bellamy emanaba con su brazo sobre ella y su respiración rozándole la piel. Sonrió, desperezándose por primera vez en mucho tiempo sintiéndose despabilada. Giró con cuidado, mirando al techo mientras los recuerdos la inundaban. Deseó volver a la noche anterior, cuando los suspiros era lo único llenaban el silencio, pero los rayos del sol penetraban por las ventanas empañadas por el frío y sabía que debía cumplir con su deber. Corrió el brazo de Bellamy con cuidado de no despertarlo en vano. Suspiró, removiéndose en su lugar y abriendo los ojos, sonriendo al instante cuando la vio aún a su lado.

—Buen día —susurró con una voz ronca causando un enredo en el estómago de Briseida, quien sonrió.

—Buen día —saludó de vuelta.

—¿Ya te vas? —preguntó al instante.

Asintió a duras penas y Bellamy la tomó de la mano, subiendo sus dedos hasta la zona del tatuaje de Briseida, como si no quisiera dejarla ir.

—Quédate un rato más —rogó.

Briseida luchó por ocultar una sonrisa pero falló en el intento. No deseaba nada más en el mundo que quedarse a su lado. Pero este sería un mundo utópico y la realidad era que debía levantarse y reunirse con Eira para averiguar cuál sería su próximo movimiento. Además, quería interceptarla antes de que viniera a golpear su puerta para encontrarse con Bellamy. Si Eira sabía que estaba con él, entonces todo lo que había construido durante años se iría a la basura.

Se estiró para besarle la frente antes de sentarse en la cama para vestirse. Bellamy no se movió de su lugar, tal vez muy cansado para levantarse.

—Nunca imaginé que estarías así después de anoche —bromeó Briseida, colocándose las botas y poniéndose de pie. La ropa que Ulanni le había entregado era completamente negra excepto por alguna fina tela suelta roja que provenía del desgaste de la misma. Se acercó al mueble donde había apoyado sus espadas y escuchó cómo Bellamy soltaba una risita.

—Lo dices como si hubieras olvidado lo que pasaba en el Arca —repuso en un tono burlón que la hizo sonreír al tiempo que sus mejillas se sonrojaban. Agradeció estar de espaldas.

Guardó la espada en su cintura y ató la parte superior de su cabello en una coleta caída para mantenerlo fuera de su rostro. Se dio la vuelta, dirigiéndose a la puerta pero se detuvo antes de salir para mirar a Bellamy una vez más. Aún se hallaba recostado en la cama, las sábanas descubrían su torso, su mirada cansina y cabello rebelde era lo más le gustaba. Sonrió y él la imitó.

—Creo que las cosas han cambiado —empezó sin abandonar la broma—. Es decir... —Se detuvo como si estuviera analizando la situación—. Tú aún estás acostado mientras que yo estoy lista para el día. —Se encogió de hombros—. Supongo que no te esforzaste mucho anoche —añadió, saliendo por la puerta antes de que Bellamy tuviera la oportunidad de responder aunque imaginaba su sonrisa divertida.

Atlas II | Bellamy BlakeWhere stories live. Discover now