REMUS LUPIN

3K 312 91
                                    

—.... Sirius, necesito que salgas ahora mismo: tienes que alertar a Remus Lupin, Arabella Figg y Mundungus Fletcher, el antiguo grupo. Escóndete por un tiempo en casa de Lupin. Yo iré a buscarte.

Albus Dumbledore a Sirius Black, Capítulo 36, Caminos Separados

Harry Potter y el Cáliz de fuego

REMUS LUPIN

 Había sido una tarde grisácea y lluviosa de 1995

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Había sido una tarde grisácea y lluviosa de 1995. Fría, nubosa y hasta ese momento, serena y ordinaria. Estaba lidiando con una túnica difícil de remendar. Como no sería de extrañar, no podía permitirme una nueva. No con un futuro tan precario a un año de mi último trabajo.

 Después de mi corta carrera como docente en Hogwarts contaba con algo de dinero, pero me había colocado en una posición aún más incómoda de la que de por sí ya padecía. Si alguien no había oído hablar de mí, ahora el escándalo de "Un hombre lobo en Hogwarts" lo habría puesto sobre aviso.

 Por encima del estrépito de la lluvia azotando la cabaña, escuché tocar la puerta principal. Los vellos de mi cuerpo se erizaron. Cuando un malaventurado tiene la insensatez de tocar a la puerta de un hombre lobo sólo pueden significar malas noticias, y no podía esperar algo distinto cuando además esto ocurría durante el azote de un clima inclemente.

Cuando fui abrir la puerta, cauto e intranquilo, le vi. Después de un año, podría decir que, aunque recompuesto desde aquella última vez, su aspecto marchito y demacrado seguía imperante en su rostro.

—¿Sirius?

—Remus —saludó con aquella voz ronca y lúgubre, fue inusitadamente reconfortante y simultáneamente incómoda.

***

—Me gustaría ofrecerte algo más fuerte, pero no soy bien recibido en la taberna mas cercana, y me temo que con este clima es posible que encuentre cerrado Cabeza de Puerco.

—Descuida —dijo Sirius aceptando una taza caliente de té que se llevó a los resecos labios y dio un sorbo de ella.  A pesar de esos doce años en Azkaban, la dentadura amarilla y el descuidado aspecto de la barba, aún preservaba ese elegante modo tan "Black" para beber te. Hay cosas que jamás cambian —...pensé que Dumbledore te pondría al tanto. No quiero ser una molestia.

—No lo eres—respondí, al principio como una frase obligadamente cortés, pero tras discurrir en reflexiones me pregunté ¿Cómo podría Sirius ser una molestia? Era la única compañía grata de la que no tendría que mortificarme por herir durante una luna llena. Sonreí. Hacía tiempo que no lo hacía con autenticidad. —Quédate tanto como lo necesites—añadí. Y enseguida di un sorbo a mi propia taza humeante. —Habrá que despejar la segunda habitación, aunque te advierto que se encuentra algo descuidada—Informé con algo de vergüenza. Reconocía que usarla como bodega la convertía en la alcoba menos atendida de esta cabaña—...a menos que quieras dormir en este sillón.

Amiga de James PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora