Capítulo 1: Es un inicio

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UN AÑO ANTES…

Hace mucho tiempo mi madre me dijo que tenía que ser positivo, sonreírle a la vida y entonces las cosas buenas vendrán hacia mí…

—Joder... —susurró fastidiado en cuanto el contenido de su mochila cayó al suelo mientras intentaba buscar las llaves por milésima vez.

Estúpidas llaves, estúpida puerta y estúpida música... empezó a maldecir en voz baja en cuanto logró dar con ellas, arrojando bruscamente todo lo que había caído al suelo nuevamente a la mochila mientras abría la puerta, siendo recibido por un nauseabundo aroma y una estridente música de black metal, ¿o era metal satánico? Es más, ¿había alguna diferencia? Sinceramente no le importaba.

Por lo que se cubrió la nariz con la manga de su suéter y se adentró al departamento comenzando a maldecir por milésima vez en el día, pero no lo podía evitar. Estúpido Deidara, en ocasiones como esa —y muchas otras—, se preguntaba por qué mierda lo seguía soportando si él tipo era de lo peor, pero entonces los recuerdos venían a él cada que anhelaba matarlo, y era ahí cuando solo le quedaba callar.

Un año atrás se había mudado a Italia y necesitaba un lugar donde vivir, fue una suerte, por no decir milagro, el que viera un letrero que decía: se busca compañero de cuarto. En aquel momento no tenía nada que perder, por lo que llamó al número, hizo una cita y fue así como conoció al idiota pirómano de Deidara, quien vivía solo en un buen departamento en el centro de Nápoles, a unas cuantas calles de la basílica de San Giovanni Maggiore y la universidad a la que pensaba ir.

En ese instante se desanimó al creer que la renta sería demasiado alta, él solo era un chico de dieciocho años intentando iniciar una vida independiente. Todo lo que tenía en ese momento eran sus ahorros, que sinceramente era una cantidad ridícula, debido a que había empleado la mayoría para llegar a Italia. Pero recibió una grata sorpresa cuando él le dijo la cantidad que tendría que pagar al mes, era un monto ridículo, básicamente Deidara iba a pagar el 80% de la renta si Sasuke se comprometía a mantener limpio el lugar, hacer las compras y preparar la cena.

—¡Sasuke… ¿eres tú?! —gritó volteándolo a ver con la mirada perdida y una sonrisa bobalicona adornando sus labios.

—No idiota, soy un fantasma —caminó hacia la sala, viéndolo con molestia mientras deseaba que las miradas mataran. Pero Deidara era inmune, quien estaba sentado en el suelo, recargado en el sofá, rodeado de latas de cerveza y con una pipa de cristal en el regazo—. Deja de fumar esa mierda tóxica.

—Oh que lástima, creí que eras un lindo Sasukin —sonrió divertido—, y no le llames mierda a esta maravilla hn, solo es un poco de paraíso.

—No tenía idea de que actualmente a la droga se le conociera así.

—La marihuana es medicinal, Sasuke.

—En ese caso, ojalá te de una sobredosis.

Chasqueó la lengua ignorando su parloteo sobre los beneficios de fumar esa basura tóxica, la misma que lo ahogaba y agobiaba a partes iguales aun cuando no era él quien la consumía, sino Deidara. Sinceramente, jamás entendería lo genial de inhalar o fumar esa mierda, por lo que mejor se dedicó a abrir las ventanas y a encender el aire acondicionado, con suerte el humo se disiparía rápido y no llamaría la atención de los vecinos, o de lo contrario tendrían a la policía tocando la puerta dentro de unos minutos mientras él comenzaba a marearse y huía de allí, para evitar problemas.

NamikazeWhere stories live. Discover now