Capítulo 5: Fragmentos

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“Entonces pensé en renunciar a algo que ni siquiera sabía que tenía, pero que me hacía tanta falta…” H.E

Cuando despertó, lo hizo entre sensaciones cálidas que lo obligaban a disfrutar de aquellos fuertes brazos que rodeaban su cintura y aquel sensual aroma que desprendía el alfa junto a él. Y como si realmente le importara, permaneció en la misma posición por un par de minutos, contemplando el perfecto rostro de Naruto mientras dormía, cuidando cada movimiento para no despertarlo.

Pero finalmente la bruma mental y aquella falsa aura rosa desapareció y todo fue claridad para él. Había vuelto a ceder ante aquel alfa porque su omega era débil cuando estaba cerca, y su razón ya no bastaba para mantenerlo a raya. De cierta forma se sintió desesperado y perdido, llenó de sensaciones extrañas, pero a la vez tan familiares que tuvo miedo.

Confundido, se levantó con movimientos torpes y silenciosos, agradeciendo que el alfa a su lado tuviera el sueño pesado. Comenzó a juntar su ropa y estuvo a punto de ponérsela, pero sinceramente no quería lidiar con Deidara y su maldito olfato de sabueso, las interrogantes y cientos de cosas para las que aún no estaba preparado.

Frustrado, se encamino al baño una vez más y agradeció encontrar entre las cosas del alfa un jabón especial para eliminar el aroma ajeno de la piel, por lo que se dio una ducha rápida, se vistió y roció su ropa con agua de rosas que encontró y sinceramente no le importaba descubrir que hacía allí un producto como ese. Pero dándole una mirada rápida al alfa que seguía perdido entre sus sueños, fue fácil adivinarlo.

Él no era el primero y tampoco sería el último en estar allí para una noche de sexo rápida. Sasuke había sido uno más, pero de cierta forma él lo permitió, dejó que lo besara, tocara y poseyera a su antojo pidiendo por más en cada ocasión porque jamás era suficiente, y su omega parecía ser el único que aceptaba ese hecho, mostrándose contento entre los brazos de Naruto, pero él era diferente, él aborrecía al alfa, lo odiaba pese a que su cuerpo parecía necesitarlo de una forma enfermiza.

—Sasuke —el ronroneó adormilado de Naruto lo estremeció y contuvo el aliento, crispándose en cuanto los preciosos ojos del alfa centraron su atención en él—. Recuéstate otro ratito conmigo ttebayo —sus labios dibujaron una sonrisa lenta y perezosa que le acelero el pulso—. Prometo no comerte a lentos y exquisitos bocados.

—Como si me interesara —arrogante como nunca antes lo fue, alzo el rostro orgulloso, fingiendo la valentía que no tenía—. Ya obtuve todo lo que quería de ti, así que me largo —sonrió de lado, rogando para que el alfa no notara su cuerpo tembloroso y su alterada respiración que apenas y podía controlar, complacido cuando miró a Naruto de soslayo con una mueca de asombro e incredulidad—, tampoco me interesa tener algo más que ver contigo, Namikaze —tajó saliendo finalmente del cuarto.  

No le dejó hablar, tan solo se fue tan rápido como sus torpes piernas se lo permitieron, agradeciendo el haber encontrado la salida a la primera. En cuanto puso un pie fuera del edificio departamental, una brisa helada lo estremeció teniendo que abrazarse a sí mismo intentando no tiritar, eran mediados de agosto, por lo que al ser las dos de la tarde dedujo que estaría soleado, pero hacía un inusual frío que lo hizo extrañar la calidez de los brazos de Naruto.

Molesto consigo mismo, se mordió el labio inferior, negó un par de veces y caminó hasta la avenida tomando un taxi, solo cuando se puso en marcha alejándose de ahí, se sintió realmente relajado. Claro que solo fue durante el trayecto, porque en cuanto entró al departamento que compartía con Deidara, prácticamente tuvo al alfa sobre él.

Lucia cansado y las ojeras se marcaban claramente sobre su pálida piel que había adquirido un tono amarillento bastante enfermizo, sin mencionar que su cabello siempre arreglado lucia despeinado, como si se lo hubiese enredado con las manos una y otra vez en un acto de completa desesperación. Y por primera vez se sintió culpable y correspondió el abrazo notando que Deidara temblaba y sollozaba bajito, aunque no sabía si sus lágrimas eran actuadas o reales.

NamikazeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora