Capítulo 4: Solo sexo

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"Sin pretenderlo cedí ante él, permití que me mostrara su infierno camuflado de paraíso. Baile al son de su música diabólica, me deje engañar con sus sonrisas venenosas y disfrute sus besos con sabor a caramelo..." H. E.

Los parpados le pesaban demasiado como para intentar abrirlos, aun así lo hizo, topándose con unos intimidantes ojos de un azul adamantino, tan extraños y fascinantes que no evitó perderse en ellos por varios segundos. Al menos hasta que su cerebro pareció reaccionar y fue consciente de lo que estaba pasando, justo en ese momento sus labios fueron asaltados con salvajismo y un hambre desmedida, iniciando un contacto perverso y depravado que lo dejó sin aliento.

De un momento a otro, Naruto separó sus piernas, se posicionó entre ellas y lo penetró de un solo y potente embate llegando hasta el fondo, logrando que Sasuke arqueara la espalda y se aferrara con fuerza a las blancas sábanas de la cama. No quería gemir. Mejor dicho, algo le decía que no debía hacerlo… sin embargo, las fuertes estocadas daban en aquel punto exacto dentro de su cuerpo, logrando que se le escapara el aire de los pulmones, y susurrara él nombre de aquel alfa entre jadeos necesitados.

Su cuerpo era manejado y tocado de la forma en que Naruto deseaba y no lo podía evitar, en ese punto ni siquiera sabía si quería detenerlo porque lo más fácil era sucumbir ante él, dejarse llevar y aceptar lo poco que quisiera darle aquella noche, pero…

Joder, ¡Joder! ¡¡Joder!! Pensó al cerrar los ojos, aquella mirada de mofa lo estremecía de una forma repulsiva, de una forma que fácilmente debería ponerlo furioso con aquel maldito dobe que tenía entre las piernas penetrándolo sin tregua, inmovilizándolo con su poderoso cuerpo y tocando cada parte de él hasta quedar satisfecho, el mismo alfa que disfrutaba tratándolo como a una puta. Pero ni siquiera era capaz de articular una sola palabra coherente.

—Sasuke… mírame —ordenó tomándolo del mentón con fuerza bruta, ladeando su rostro como le plazca, asegurándose de que lo viera a cada momento, logrando que se sienta como un simple juguete entre sus manos—. Eres toda una putita golosa~

—J-Jodete… ¡Ah~!

Cerró los ojos con fuerza y apretó los labios hasta resultar doloroso. Sabía que no tenía caso decirle algo ni ofenderse, porque tan solo era un polvo de una noche. En cuanto amaneciera, Sasuke se iría de ahí y Naruto no volvería a buscarlo, así de sencillo, tampoco es como si le importara tener un poco de sexo con alguien que jamás reconocería como buen amante —más que nada por orgullo—, un amante que sabía tocarlo de manera precisa para hacerlo gemir y jadear su nombre, comportándose como la putita que aquel alfa quería.

Claramente el sentimiento era similar. No había amor en ninguno de sus contactos o roces apresurados y ansiosos, no era cálido ni reconfortante, simplemente era guiado por sus deseos carnales, tomándolo una y otra, y otra vez hasta resultar doloroso, aunque al mismo tiempo era malditamente placentero… porque solo era sexo de una noche. Solo eso, se repitió con cada beso y caricia que Naruto le entregaba, pero por algún motivo que era incapaz de comprender… dolía.

Él lo utilizaba sin consideración para calmar sus ganas de sexo y entonces Sasuke pensó que estaba bien, porque tal vez era algo que necesitaba… una simple y absurda necesidad biológica, tan básica y primitiva como el animal que moraba en su interior. Sin embargo, no planeaba repetirlo. Naruto era tentador en más de un sentido, pero peligroso, casi letal, y nada tenía que ver con el hecho de que fuera un alfa de la más alta clase.

Claramente era fácil adivinar que Naruto era un hombre que solo buscaba el placer sin tener que emplear estúpidos sentimentalismos, en donde la mayor parte resultaba ser una bonita mentira que endulzaba el momento. Sasuke estaba consciente de que ahí no había ni habrá cursilerías baratas o palabras empalagosas de un falso amor.

NamikazeWhere stories live. Discover now