Capítulo 3: Una noche

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“Tal vez, era demasiado paraíso para un infierno como él, aun así, cedió sus alas por un momento juntos…”

Su sola e imponente presencia le erizó cada vello del cuerpo de forma siniestra y tan atemorizante, que una parte oculta dentro de su cabeza gritó que debía alejarse de aquel alfa cuanto antes, porque era un hecho que, si se quedaba más tiempo ahí, siendo cautivado por aquella mirada vehemente y seductora, algo malo podría pasar. Sin embargo, sus piernas temblaron y fue incapaz de moverse, viendo en cámara lenta como se acercaba más a él, asechándolo como el poderoso jaguar que era.

—Es bueno volver a vernos —ronroneó con un timbre de voz ronco, pero al mismo tiempo juguetón—. Tu y yo tenemos asuntos muy… muy importantes que tratar en privado… Sasuke

—No sé de qué me hablas —quiso pasar de él sin conseguirlo, comenzando a presionar fuertemente el botón del elevador.

Sin embargo, Naruto en un movimiento ágil y lleno de gracia masculina, se posicionó tras él, encerrándolo entre la pared y su cuerpo, acercándose de forma peligrosa y sensual, logrando captar un dulce aroma que fácilmente era opacado por la esencia de rosas que poseía su perfume. Era tan sutil que no le presto real atención, aún así, su alfa interno se removió inquieto, mirando fijamente a aquel beta que había logrado obtener su completo interés.

—Sería una pequeña compensación por quemarme con el café caliente —murmuró con cierta molestia—, también por arruinar mi traje. Así que vas a aceptar mi invitación a cenar.

Omitió aquel tono impositivo y la clara orden, debido a que se sentía abrumado en su totalidad. Sasuke se quedó paralizado por unos segundos sin saber que decir porque… ¿En qué jodido momento se había acercado tanto como para quedar detrás de él?

Frustrado, intentó inhalar y exhalar para calmarse, lo cual fue muy mala idea, sopesando las opciones entre quedarse o dar media vuelta e irse por las escaleras mientras intentaba no pensar en el seductor aroma que desprendía Naruto, el mismo que estaba volviendo loco a su omega interno sin saber realmente el motivo. Era un olor embriagante y tan varonil que parecía envolverlo como una sensual prisión llena de diamantes y sexo de la que dudó en escapar.

Era demasiado tentador, tanto que deseó ser inundado en él, sumergiéndose en los placeres prohibidos y pecaminosos que aquel alfa prometía con su sola mirada, importándole muy poco todo lo demás, siendo arrastrado por los bajos instintos de su omega que hasta hace unos minutos parecía estar durmiendo, ahora estaba frenético arañando su interior en busca de ser reconocido por Naruto.

E incapaz de hacer algo más, se concentró en su olor cálido y amaderado, salvaje y tan erótico como él, acompañado de un regusto a menta, dejándose llevar, y cerrando los ojos en cuanto él se inclinó sobre su hombro para que aceptara su propuesta de una noche. Entonces el elevador se abrió, trayéndolo a la realidad.

—Te equivocaste conmigo si piensas que conseguirás sexo de una noche.

—Tan solo es una cena —sonrió y fue evidente la descarada mentira—, jamás se me paso por la cabeza terminar teniendo sexo.

—Como sea —bufó mosqueado, sabiendo que entre más rápido se librara de la cena sin segundas intenciones y del propio Naruto, todo sería mejor.

Sasuke dedujo que debió tomar eso como un sí, porque diez minutos después se encontraba en el auto de Naruto para ir a cenar a quien-sabe-donde. Ignorando que el alfa había hecho una reserva en Alter Ego, un bar-restaurante que podría considerarse su favorito. Pero en cuanto entraron, Sasuke chasqueó la lengua por la luz, odiaba los lugares con iluminaciones neón o en colores extraños, en este caso todo parecía ir entre un odioso rojo y un molesto color que no podía definir si era morado o fiusha, al menos no era en todo el lugar o ya se habría largado de ahí, importándole muy poco la opinión del Namikaze.

NamikazeWhere stories live. Discover now