Capítulo 6

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Franchesca colgó una manta recién lavada sobre los tenderos del patio y un viento batió la seda, permitiéndole divisar a su hija y a su perro jugando en el prado. Los ladridos recurrentes y la cola inquieta del animal no habían cesado en más de media hora que llevaba corriendo a alcanzar una pequeña pelota.

—Me da algo de tranquilidad ese trabajo en grupo que les asignó la profesora Politis. Siempre que estás con Konrad y April tus calificaciones mejoran.

—Las calificaciones no lo son todo en la vida, mamá, pero este semestre estoy dispuesta a mejorar por ti —aseguró Verónica, consciente de que aquello sería una excusa perfecta para ocultar su ausencia en la casa por las tardes y los fines de semana, tiempo que en verdad gastaría trabajando en Belle Orchidée.

La señora Lazzari mantuvo el silencio. Esperaba iniciar una discusión con su hija, sin embargo, aquellas palabras que salieron de su boca, además de impresionarla gratamente, le alegraron el día.

—Nunca acabas de sorprenderme. Cada día te encargas de recordarme lo especial que eres, hija.

—¿Especial? —repitió Verónica, indecisa entre si aquello había sido un halago o un insulto.

—Sí, casi tanto como los fines de semana que tengo libres.

—Eso es más que especial, casi insólito e incluso diría que milagroso, y los malgastas lavando ropa, que desperdicio.

—Aunque suene extraño, me gusta lavar ropa —dijo Franchesca —. Viéndote ahí, tan relajada y a Zeus tan feliz como un perro puede ser. —Con la canasta llena de ropa limpia fue hasta donde su hija y se sentó junto a ella en el prado —. Estos días me recuerdan a lo que soñaba cuando tenía tu edad —agregó, apoyándose en Verónica

—¿Cuáles eran tus sueños, mamá? —preguntó, advirtiendo que nunca habían tenido una conversación similar.

—Se podría decir que eran sencillos. Vivía con tu abuelo en Memento y soñar en grande por aquella época era más difícil, por increíble que parezca esa afirmación. Quería un romance de ensueño que terminara en un feliz matrimonio con muchos hijos y una gran casa en Wanderlust o en Bilita Mpash rodeada de un vigoroso jardín. En los domingos, toda la familia se reuniría mientras mi esposo y yo lavábamos la ropa y nuestros hijos jugaban con el perro y tu abuelo venía de visita. Como ves, no eran más que estupideces de una niña que quería salir de su sencilla realidad —dijo Franchesca y se puso en pie con la canasta.

—Los sueños nunca son estúpidos, mamá —afirmó Verónica, recordando las palabras de April que había interiorizado hasta llegar a considerarlas veraces.

—Tienes razón. Es solo que a veces me avergüenzo de esos sueños que nunca fueron nada más que eso.

—Es mentira. Solo te falta el esposo. Tienes una gran familia, no amplia en su número de integrantes, pero si en amor —dijo Verónica y le dio un abrazo de oso a su madre —. También tienes el perro, la casa y el jardín, solo que todo en cantidades menos ostentosas ¿no?

—¡Basta de lavar ropa! —exclamó Franchesca, dejando caer la canasta —. Dicen que la nueva heladería de los Zaccarello en Petram es toda una exquisitez. ¿Quieres ir por un helado, hija?

Los Zaccarello... la heladería... una exquisitez... ¡Tenía un compromiso sumamente importante aquel día!

—¡Mierda! —exclamó —Ahora no puedo ir por el helado...

—¿Cómo que no puedes ir?

—Tengo un compromiso. Es sobre el trabajo escolar con los chicos —añadió al dejar atrás el patio para internarse en la casa.

Las Profundidades De Uspiam (Las Gemas De Uspiam II)Where stories live. Discover now