Capítulo 40

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—Eso es todo lo que tengo por decir.

—Ese todo es bastante...

—¿Ahora entiendes por qué no quería que estuvieras cerca de mí? —preguntó Konrad, observando con atención las pecas de Dasha —. Tuviste una salida con nosotros y casi morimos.

—No voy a negar que estuve muy asustada. El director terminó por ser un hombre lobo que quería desgarrarme. No sé muy bien como salí viva de allí.

—¿Esto significa que todo volverá a ser como antes? —preguntó Konrad. Estaban sentados bajo un árbol en el parque central de Uspiam, a unos metros de la estatua del hombre con uniforme de marinero y que tenía el título del fundador del pueblo.

—Significa que debo pensarlo, Konrad. Por un lado te agradezco mucho que me hayas mantenido al margen de este mundo de sirenas y poderes mágicos, pero por otro lado no confiaste en mí. Y sin haberme advertido sobre el peligro, decidiste llevarme literalmente a la boca del lobo. Pude haber muerto.

—Era la única forma de salvar a Sídney.

—Sídney sigue enfermo y Marycella también. No han salvado a nadie. Lo único que lograron fue perder a Egea... más bien, lo único que logramos. Yo también estuve allí —dijo Dasha, poniéndose en pie.

—No te vayas... por favor.

—Necesito pensar, Konrad. No lo puedo hacer contigo y tus amigos junto a mí.

—¿Y Elio? —preguntó Konrad, poniéndose en pie también —. ¿Reaccionó igual que tú?

—Creo que está sumamente interesado en todo ese mundo fantástico, pero ni de lejos imagina las consecuencias que tiene entrar en él. Es de esas personas que se deja llevar por la emoción.

—¿Y tu abuela? —Konrad hizo una pregunta más. No sabía hasta cuándo Dasha le volvería a dirigir la palabra y quería aprovechar aquel momento para escucharla hablar sobre cualquier cosa.

—Inventé una buena mentira a mis padres y la sacaron del Hospital Psiquiátrico Weltschmerz... Todos estaban como nuevo cuando fuimos por ella, Konrad. No había ni una muestra de lo que nos pasó. El director Hedeon Konstantinov seguía vivo y parecía haberlo olvidado todo. Obviamente no pronunció ni una palabra sobre lo sucedido. Pero cuando estábamos saliendo, me detuvo en la puerta y me entregó algo. —La chica le arrojó una diadema a Konrad —. La llevaba ese día. El director me la arrebató cuando intentó devorarme. Agregó un "gracias" cuando la puso en mi mano.

—¿Qué crees que quería decir?

—No lo sé. Solo espero que no sea algo malo —respondió la chica, encogiéndose de hombros.

Dasha se alejó de Konrad y con cada paso que dio, él pudo sentir como su corazón se rompía. Parecía que el destino no lo quería ver junto a ella.


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Las Profundidades De Uspiam (Las Gemas De Uspiam II)Where stories live. Discover now