Capítulo 17

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Konrad abrió la puerta de su casa y vio a Ayulen pasando a través del horripilante jardín cuidadosa de no pisar los tallos negros y las raíces muertas.

—No importa cuando trates, nunca encontrarás un lugar libre de esas plantas muertas —le gritó —. Es como evitar hablar con Verónica sin que te insulte, simplemente imposible.

Ignorando las recomendaciones, ella siguió mirando al suelo y dando pequeños saltos hasta llegar a la puerta.

—Hola, Konrad —dijo. dándole un beso en cada mejilla.

—Hola, Ayulen, pasa.

La chica entró y Konrad cerró la puerta para dirigirse al sofá e invitarla a tomar asiento.

—Puedes sentarte... si quieres.

—Está bien —dijo Ayulen, tomando asiento para luego abrir su maleta con la intención de extraer el sudoku.

—¿Quieres algo de comer o beber?

—¿Qué hay?

Konrad se dirigió a la cocina y revisó la alacena, abrió cada cajón que encontró y le dio un vistazo a la nevera, todo para verificar lo que ya sabía. La única comida existente en su casa era un limón seco, algo de leche, un huevo y mucho café.

—Te puedo ofrecer... medio vaso de leche o uno completo de agua o café —dijo, un poco avergonzado.

—Me gusta el café —aseguró Ayulen, sacándole punta al lápiz con el que llenaría su sudoku.

—Menos mal —suspiró Konrad, sirviendo dos tazas de café caliente —. Siempre tengo café listo para tomar —dijo, volviendo a la sala y dándole una taza a Ayulen.

—Gracias.

—No hay problema —dijo, sentándose mientras rodeaba la taza con ambas manos para calentarse —. Entonces... todavía nos queda bastante por hacer. Ya entrevistamos a mi abuela y a la tuya, al alcalde Lacroix, a Takiyah Ogola, a la bibliotecaria y a la profesora Politis, creo que con eso es suficiente.

—Yo también —concordó Ayulen, dibujando el número cinco dentro de una casilla.

—Lo que quiere decir que si ya acabamos de recolectar la información de tradición oral es momento de pasar a los libros. Tengo guardados los nuestros arriba, los bajaré en un momento. Ya vuelvo —aseguró, desapareciendo escaleras arriba.

Ayulen continuo con su sudoku por varios minutos, hasta que al querer tomar un sorbo de café y debido a su usual costumbre de no levantar los ojos del juego mental, empujó la taza y la bebida se esparció por el suelo.

—¡Por las aguas de Uspiam, Ayulen! Bien hecho ¿Ahora cómo limpiarás esto?

Buscó algo con que limpiar en la cocina, pero solo encontró el limón seco en una esquina. Debía avisarle a Konrad, porque si el líquido no se limpiaba a tiempo podría dañar el suelo de madera.

Suavemente subió las escaleras y llegó al pasillo de la segunda planta donde vio varias puertas. Avergonzada por su intromisión, pero creyendo que era lo correcto, penetró en las habitaciones levemente para buscar a Konrad. No sabía si alguien más se encontraba en la casa y por eso decidió no llamarlo en voz alta. Solo sobraba una puerta más por revisar y al abrirla se quedó sin palabras.

Entró en la habitación y caminó hasta la mitad para asegurarse de que sus ojos no la engañaban. Las paredes parecían un collage hecho por un niño pequeño donde nada parecía tener relación, pero estaba segura de que la tenía, quizá no para ella, pero sí para quien lo había hecho. Supuso aquello porque había varias tiras de lana de distintos colores uniendo fotos y anotaciones.

Las Profundidades De Uspiam (Las Gemas De Uspiam II)Where stories live. Discover now