Capítulo 11

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—¡Despertó, al fin despertó! —gritó una voz aguda e infantil —. ¿Estás bien hermanito? —preguntó Siena mientras con esfuerzo alcanzaba la cabeza de Sídney que reposaba en la camilla para besarlo en la frente.

La puerta se abrió de golpe y su padre entró caminando robustamente antes que lo siguiera su madre, quien no se veía muy tranquila.

—Fernando, piensa bien lo que vas a hacer por las aguas de Uspiam.

—No hay nada que pensar, mujer.

—¿Papá? ¿Mamá? —preguntó Sídney, intentando incorporarse para recordar que había pasado.

—¡Esta factura es un insulto! —gritó Fernando, lanzando el papel hacia Sídney —. Todo ese dinero por medio día en este hospitalucho. Los Kovac no ven la hora para seguir robando a Uspiam y nadie dice nada.

—No es demasiado —aseguró Julia —. Si hubieses visto todo lo que le cobraron a los Brunner cuando su hijo estuvo internado.

—¡¿Acaso tú ganas el dinero o sabes lo difícil que es trabajar para mantener a esta desagradecida familia?! —gritó furioso el señor Rossell.

—No está costoso, papá —dijo Santiago que estaba en un sofá jugando con su videoconsola portátil —. La otra vez que Sídney estuvo aquí cobraron mucho más.

—La otra vez... ¿Cuál otra vez?

A la cabeza de Sídney corrió el recuerdo de quien había pagado generosamente su estadía en el hospital luego de la batalla con el veneficus, los Crimson. Su madre estuvo muy agradecida por ello ya que no tuvo que pedirle dinero a su padre y este no enfureció como lo estaba haciendo en ese momento.

—Ninguna otra vez, Fernando. Santiago es un niño y a veces inventa lo que habla.

—¡Todo es un problema en mi vida! —gritó Fernando, alejando a Julia y poniendo los pelos de gallina a toda su familia —. Las construcciones y ventas de edificios han bajado, un ladrón entra en nuestra casa y rompe la puerta y la policía duda de mí, la construcción posiblemente más icónica de Uspiam se desarrolla en La Cordillera de Las Carolas y Wolkenkratzer Builders no está involucrado y ahora ... ¡mi hijo se enferma y me cobran una fortuna!

—Saldrás de acá ahora mismo. Los supuestamente doctores de los Kovac dijeron que tenían que hacerte unos exámenes para saber por qué te desmayaste de repente, pero ya llamé a unos amigos y el hospital Weltschmerz está dispuesto a hacerlo por un cuarto del dinero.

—¡Sídney no puede ir a ese hospital, es un manicomio y él no está loco!

—No me alces la voz, mujer. Por ser una inculta y no leer es que no sabes. El Verum publicó una noticia diciendo que había cambiado de dueño y que ahora ofrece más servicios.

—Pero, papá, la noticia también decía que sus prácticas eran cuestionables —agregó Siena, temblando y con el corazón en la mano. Jamás había cuestionado a su padre.

—¿Acaso heredaste la inteligencia de tu madre? Ya les he dicho que siempre hay que creer la mitad de lo que dice la prensa, son unos chismosos.

—¡Por favor no, Fernando! no puedes enviar a nuestro hijo allá —rogó Julia con las lágrimas asomándose por sus ojos.

—Ya dije lo que iba a hacer y lo haré. En lugar de estar rogando agradece que acepto pagarle un hospital. Se quedará un buen tiempo por allá.

Sídney quería defenderse, quería evitar a toda costa ir a Weltschmerz, la reputación de ese lugar era pésima, pero estaba tan débil y tan consciente de que sus palabras y ruegos no tendrían ningún efecto que prefirió mantener el silencio y aceptar su futuro resignado.

Las Profundidades De Uspiam (Las Gemas De Uspiam II)Where stories live. Discover now