Capítulo 25

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—Extrañaba la sencillez y la simplicidad del colegio. Fue un fin de semana largo.

El día estaba brillante, debido al sol tan amarillo como April lo podía desear y al cielo despejado. Ahí afuera se sentía un poco caliente el ambiente. No recordaba la última vez que había disfrutado de aquel clima en Uspiam.

—"Sencillez y simplicidad" serían los adjetivos menos usados por Verónica y Sídney para describir este lugar —dijo Konrad —. Supongo que lo único bueno para ellos de estar lejos es no tener que venir al colegio.

—¿Los extrañas? —preguntó April, abandonado su posición de cara al cielo y observándolo. Sus ojos azules brillaban espectacularmente bajo el sol —. El colegio no es lo mismo sin ellos.

Belmont también se encontraba ahí, pero el calor, el prado suave y las caricias en el cabello de April lo habían seducido y había terminado por caer dormido sobre las piernas de su amada.

—Supongo que son como un mal necesario —respondió Konrad, esbozando una sonrisa minúscula. Su piel se veía un poco menos pálida debido a tanta luz.

Ayulen estaba completamente ajena a la conversación, llenando un sudoku nivel extremo.

—Esperemos que las hadas lleguen con noticias pronto. La señora Lazzari se debe estar empezando a preguntar si supuestamente Vero se va a quedar a dormir en mi casa por siempre.

—Igual que el entrenador. Está furioso con Verónica. Piensa que no le dedica el tiempo suficiente al equipo. El fin de semana anterior no entrenamos ni una sola vez.

—No es culpa de Vero —aseguró April. Ayulen solo elevó los hombros y cesó el habla.

Entre las risas y jugueteos de los compañeros del colegio, alguien se interpuso entre April y la luz solar, haciéndola abrir  los ojos.

—¡Hola, chicos!

—Tami ¿Cómo estás? —saludó April con una brillante sonrisa. Tamiko se agachó para besarla en ambas mejillas. Lo mismo hizo con Konrad segundos después, pero pareció ni siquiera ver a Ayulen.

—¡Qué calor! —exclamó Tamiko —. Que día tan atípico. ¡Y ya regresó Belmont! Esta mañana me contó por qué se había ido. Sus padres lo enviaron a Monterrey a un intercambio. Se me hace raro que jamás llegó el chico o la chica desde allá. Quizá se perdió. Uspiam es difícil de encontrar.

—Puede ser —concordó Konrad, viendo a April con complicidad.

—Aunque igual me siguen faltando dos de ustedes. Sé que Sídney está en el Hospital Psiquiátrico Weltschmerz, pero ¿y Verónica? Parece que cada vez somos menos. Marycella tampoco asistió hoy.

—¡Mary! —exclamó April —. ¿Por qué no asistió?

Belmont se despertó debido a la conmoción, pero se mantuvo quieto. Las piernas de April eran muy cómodas. Se limitó a escuchar la conversación de sus compañeros.

—Está enferma. Pasó la noche del sábado y la del domingo en el Hospital General. Todavía sigue allí.

—¡¿Qué tiene?! ¡¿Está bien?!

—Problemas de control de la ira. Fue muy extraño. Estuvo vomitando todo este mes, y parte del anterior también. Era como una fuente de vómitos. Nunca se cansaba. La ingresaron en el hospital porque intentó atacarme. Dijo que era una mala amiga y que solo la usaba para obtener información de su papá, el alcalde, y dársela a mi padre para que la publicara en el periódico. Nunca jamás hice eso.

—¿Y tú estás bien? —se apresuró a preguntar April.

—Sí. Marycella solo me haló un poco el cabello. Estábamos en Verum. Mis padres la detuvieron y llamaron a su padre. Después decidieron llevarla al hospital porque no paraba de decir malas palabras y atacar a todos. ¡Era como un animal!

Las Profundidades De Uspiam (Las Gemas De Uspiam II)Where stories live. Discover now