Capítulo 10

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Una música delicada y perfectamente entonada con los sonidos del arpa, la flauta de pan y el laúd, salía de un antiguo pero impoluto tocadiscos, desde una esquina del salón hacia todos los rincones suavemente, esto, para evitar que su sonido disminuyera las voces de los estudiantes que se preparaban para empezar con su exposición.

Dasha Kovac, Elio Zaccarello, y el resto del grupo pegaban imágenes al tablero de situaciones típicas de Uspiam y grandes letras que se conjugaban para formar las frases más usadas del pueblo.

—¡Verónica! —exclamaron atónitos April y Konrad, deteniendo su conversación al ver llegar a su amiga mucho antes del inicio de clases. Tras ella iba Sídney.

—¿Por qué la insistencia en que llegáramos rápido? —preguntó Konrad —. No sabía que deseabas tanto ver la exposición de Dasha...

—Cállate, Konrad, en mi mundo y totalmente diferente al tuyo, no todo gira en torno a Dasha —Verónica habló con un tono tan serio y contundente que, sumado a la cara de Sídney y su silencio, hizo poner en alerta a April y a Konrad —. Tenemos cosas importantes que discutir —continuó, deshaciéndose de su sudadera. Bajó el tono de voz y se inclinó sobre un pupitre, después los demás la imitaron y se ubicaron en una especie de armazón humano —. Sídney enloqueció ayer. Casi ataca a Siena y luchamos por un momento...

—¿Ahora qué le hiciste, Verónica? —gruñó Konrad, fulminándola con la mirada.

—¡¿Yo?! ¡No hice nada! ¡Cállate y escucha! Cuéntale Sídney —ordenó, ofendida.

—Me sentí fuera de control por un momento, pero muy bien. Y me entraron unas ganas locas de hacer daño por cosas que nunca había pensado. Fui a atacar a Siena y afortunadamente Elio y Verónica llegaron para controlar la situación. Verónica se deshizo de mi hermana y de Elio e intentó hacerme entrar en razón...

—¿Y qué le dijiste, Verónica? —preguntó April.

—¿Decirle? Lo amenacé, ¡estaba loco! Pero no sirvió de mucho y tuvimos una pequeña pelea. Al final decidí quedarme en su casa para que nada ocurriera de nuevo.

—¿Entonces ahora Elio también sabe? —preguntó April, preocupada.

—Pues... sabe que pasa algo, pero no exactamente qué.

—Eso significa que puede investigar —murmuró Konrad, intuyendo una posibilidad.

—Buenos días a todos —interrumpió Dasha, vestida con prendas peculiares y los estudiantes se fueron apresurados a tomar asiento en sus pupitres. Luego de dos minutos, prosiguió —. Gracias por su atención. Somos el grupo número uno y les expondremos las costumbres de Uspiam. Primero yo, Dasha Kovac, les contaré acerca de la vestimenta típica que se utilizaba en los primeros años del pueblo. Estoy vestida como una recolectora de las primeras décadas. En aquella época las mujeres usaban un vestido de tirantes como este, que cae recto hasta los tobillos con delgados pliegues y hecho en su totalidad de seda. Esto que tengo encima —agregó dando un giro —, es un rebozo que se elaboraba con lana y su función era cubrir a las mujeres en los días lluviosos y fríos y en la mayoría de las noches...

—No podemos permitir que nadie más sepa sobre esto, Verónica —murmuró Konrad para que sus tres amigos lo escucharan al tiempo que estaba pendiente de que la profesora Politis no los estuviera viendo desde su escritorio —. No es una noticia de la que todos se pueden enterar.

—No planeé esto, genio —respondió Verónica, agresiva —. Si alguien tiene la culpa es Sídney por enloquecerse. Yo soy la buena aquí. Sin mí hubiese matado a su hermana. No pude ocultar todo de Elio, era como tapar el sol con un dedo...

Las Profundidades De Uspiam (Las Gemas De Uspiam II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora