Capítulo 37

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El agua del otro lado se filtraba por las rocas lentamente. Tenían que salir rápidamente de aquel sótano o la única que viviría para contarlo sería Egea, porque los demás terminarían ahogados.

—Antes de que cualquiera se mueva, hay algo que debo decirles —dijo Konrad, observándolos a todos, cada uno con sus particulares sentimientos.

—Empieza a hablar porque ese muro de rocas no resistirá mucho —afirmó Verónica.

Konrad abrió la boca y pronunció la primera sílaba, pero las demás jamás salieron. Estupefacto vio lo que observaban varios de sus amigos. El lugar tenía lámparas de techo blancas brillantes y había varias cosas metálicas. A los costados, dentro de contenedores de grandes tamaños, yacían criaturas de todas las especies, rodeadas por un líquido gelatinoso y transparente.

Todos se acercaron para observar y dar crédito a lo que estaba frente a sus ojos. Dentro de los contenedores había elfos, arpías, minotauros, hadas de los cuatro elementos, ujës, nagas, heliópatas, noppera bo, aswangs, driders, ogros, enanos, brujas, vampiros, hombres lobo, yocoimas y muchos más de los cuales ni siquiera sabían la especie.

—¿Qué mierda es esto? —preguntó Verónica, atónita. No podía evitar acercarse mucho a las criaturas para detallarlas.

Konrad continuó analizándolo todo. También había contenedores vacíos, pero con una pequeña placa abajo que indicaba lo que se suponía debía haber ahí dentro. Se detuvo en un contenedor que le heló la sangre, pero no por lo que contenía, ya que estaba vacío, sino por lo que leyó en la placa: Sirena.

—Chicos —dijo April, pasando saliva —, deben ver esto.

Los seis humanos, la sirena y el elfo se congregaron alrededor de un contenedor en el que se leía Humano. Quien estaba adentro causó escalofríos y dejó sin palabras a todos.

—¿Por qué está él aquí? —preguntó Sídney, intentando buscar un lugar para descansar.

—Esto tiene que ver con lo que quería hablarles...

—¿Quién es? —preguntó Elio, tratando de obtener respuestas que ignoraba por completo.

—Es Bernie Walker, el camionero que nos llevó al pueblo...

—En efecto es Bernie Walker, el camionero —afirmó Konrad —. Pero él no nos llevó al pueblo aquella noche. Fue el veneficus.

—No te estoy entendiendo —dijo April.

—El veneficus ha estado tras nosotros todo el tiempo desde aquella noche.

—Esa cosa ni siquiera habla...

—Sí habla, Verónica —interrumpió Belmont —. De hecho puede hacer muchas cosas. Posee cuerpos y...

—Esa cosa la vi aquella noche —dijo Verónica —. Él fue quien hizo que me cayera en el hueco donde encontramos las gemas.

—Al parecer ya sabemos por qué encontramos las gemas. Él lo quería.

—No, April —sostuvo Belmont —. Los veneficus no pueden actuar solos. Son esclavos de quien los creó. Son inteligentes, pero solo para seguir órdenes. Quien elaboró todo esto controla al veneficus...

—Y a las brujas —dijo Verónica —. Klervy lo advirtió alguna vez. Dijo que servía a alguien que no la defraudaría. A eso se debe la presencia de las brujas aquí.

—Todas estas criaturas están con quien controla al veneficus. Mi padre tenía razón en enviarme a buscar aliados. Una guerra se acerca. Todas estas criaturas disecadas son la prueba de ello. Ese alguien está intentando saberlo todo sobre cada una de las criaturas.

Las Profundidades De Uspiam (Las Gemas De Uspiam II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora