𝗔𝗡𝗢𝗗𝗜𝗡𝗢 ㅡ Lee Haru, buena como un ángel, formando nuevas amistades, sobreviviendo al infierno que es la vida. Hwang Hyunjin, un lobo solitario con semblante frío ante todos. Compañeros de clase prácticamente desconocidos. Una primera ficha de...
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Prefiero morir de pie que vivir arrodillada
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Viernes, 9 de marzo de 2018
Una vez estuvieron todos los alumnos, o la mayoría de ellos, dentro de la clase, entró el profesor Nick, anunciando la ausencia de la profesora de matemáticas, y tutora de la Clase del 2000, Choi Kyeongeun.
Concedieron a los alumnos la hora libre. Podían ir tanto a la cafetería como al patio, o quedarse en el aula si lo preferían. No tardó en formarse el caos. Una hora libre estaba preparada para dejar a los alumnos avanzar deberes e incluso arreglar los apuntes. Pero en ese curso no tenía esa finalidad. En cuanto el profesor se marchó, empezaron a hablar en voz alta, utilizar los teléfonos móviles, e incluso sentarse encima de las mesas. Sí, sobre todo eran responsables.
La clase se vació un poco. Los chicos de la Handsome fueron a jugar a baloncesto junto los de la Swag Crew. El resto, deambulaba a sus anchas, sin romper los grupos. Aunque, poco a poco, la mayoría fue encaminándose hacia la pista de baloncesto. La Swag era un grupo de cuatro chicos odiado por la mayoría de los varones de ese curso, por no decir todos. No les importaba nada más en la vida que ellos mismos y aquello que, según su criterio, tenía buen rollo y molaba. Siempre que podían, se metían en líos, ya fuese dentro o fuera del horario escolar. Era un grupo al que era necesario echar de comer aparte. Si ellos te hablaban y lo hacían bien, genial. Pero si llegaba a sus oídos que te parecían personas horrendas, estabas acabado. Aprovecharían cualquier momento para hacerte arrepentir de tus pensamientos. Por ese motivo, todos los odiaban en silencio. Aunque era más bien una cuestión de hombres.
Haru buscaba, sin cesar, a Hyunjin con la mirada, el cual aún no había vuelto. Nami y Jisung revisaban sus notificaciones como si no lo hubieran hecho en tres años y medio. Parecían ignorar las ganas de su amiga de quedarse con la conciencia tranquila, pero ellos seguían defendiendo que si no hubiese intervenido, no tendría nada que lamentar. Felix, en cambio, era uno de los pocos aplicados de la clase. Seguía repasando sus libros de texto a la par que pasaba apuntes, para entenderlo todo mejor. Tan solo habían pasado diez minutos, pero la joven no perdería ni uno más sin encontrarle.
