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El Sol vé lo que hago, pero la Luna sabe todos mis secretos

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El Sol vé lo que hago, pero la Luna sabe todos mis secretos

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Lunes, 12 de marzo de 2018

La primera clase de lengua de la semana, y la primera que Hyunjin pasaba solo en el pasillo. Lo pensó, pero decidió no traerse ningún otro libro ni libreta para avanzar, pues no recordaba que Changbin solo estaba castigado también los martes y viernes.

Las palabras del mayor resonaron en su cabeza, y volvió a revivir la conversación de la semana anterior. Al día siguiente jugarían a las cartas, en medio del pasillo, tirados en el suelo, porque ambos estaban expulsados todo el curso de dos clases distintas. Era demasiado surrealista.

Como se propuso a sí mismo, no le comentó nada de lo sucedido a sus padres. Tampoco les importaba mucho. Apenas le habían preguntado cómo le había ido el día, la semana, o el inicio de curso. Pero a él no le molestaba en absoluto.

Se recostó sobre la pared, sentándose con las piernas cruzadas. No pasaba ni un alma por el maldito pasillo. Lentamente y con cautela, como si fuera una bomba a puto de estallar, sacó de su bolsillo izquierdo uno de los paquetes de galletas que aquella chica con tanta energía le había ofrecido. Aún estaba dentro de sus misiones diarias el devolverle todo lo que dejó plantado sobre su mesa aquel día, pero a ese paso, acabaría comiéndoselo todo. No podía aceptar tanta generosidad, no sentía que le debieran nada. No le habían hecho nada malo, no debían disculparse. Eso, debía hacerlo él al profesor, pero si lo pensaba bien, era el profesor quien debía disculparse con Felix.

Dejó de pensar en ese hombre, pues sabía que se acabaría enfadando con él, con los demás y consigo mismo. Tranquilamente y sin ser pillado, se terminó todas las galletas. Estaban demasiado buenas, y le habían provocado más hambre aún. Lo dudó unos instantes, por si algún profesor lo acababa descubriendo, pero decidió no perder más tiempo e ir hacia la planta baja, a comprar más munición.

Pero, como chico despistado que era cuando quería, no se dio cuenta que no llevaba la cartera hasta que llegó a la máquina expendedora. Rebuscó por todos sus bolsillos, pero solo encontró un chicle, un papel mal recortado y varias pelusillas. Ni una mísera moneda. Lloró internamente, pero se rindió ante la batalla totalmente perdida.

「 水 」ANODINOWhere stories live. Discover now