El hospital

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Ya podía respirar mejor, miré mi abdomen e intenté observar mis heridas

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Ya podía respirar mejor, miré mi abdomen e intenté observar mis heridas. Pero, tenía un vendaje y no podía ver como estaba, aunque ya me hacía la idea de que no estaba muy bien.

Observé mi reflejo en la máquina que marcaba los latidos de mi corazón y suspiré sonriendo un poco. No estaba tan mal como creía, solo traía el pelo sucio con un ligero olor a sudor que no tenía idea de cómo, porque el aire estaba super alto y, si mi nariz no me engañaba podría jurar que también tenía mal olor en las axilas.

Mis ojos se sentían aún cansado y mi cuerpo pesado, era como si hubiera pasado años sin dormir una siesta y, además tenía hambre. Cerré los ojos intentando dormir, pero no daba, por más que lo intentaba volvía la misma pesadilla que me había despertado desde un principio, Mario golpeándome, Mario borracho, Mario abusando de mí.

Habían pasado dos horas desde que por alguna razón por más que lo intentaba, no podía dormir. Siempre estaba ese ligero miedo de cerrar ojos y que, Mario volviera a aparecer y me encontrara como anteriormente lo había prometido. - suspiré agotada, cansada de tanta agonía y decidí dedicarme a recorrer la habitación. Me sorprendió no haberlo hecho antes con lo curiosa que era, desde pequeña. La habitación era tan normal como la había imaginado, amplia de color blanco, con algunos toques en azul y muchos luches, tenía un monitor de signos vitales, muy sencillo, cortinas azules, una puerta que daba a lo que suponía era el baño, la mini nevera, una tv y la cama.

El cielo estaba lindo, un cielo azul lleno de nubes que mostraban que el día podía ser mejor de lo que esperaba. Con mi vista fija en la ventana escuché que alguien anunciaba que era la hora de comer. De la preocupación no tenía en mente se me olvidaba que no había comido nada en todo el día, por lo que apartando la mirada de la hermosa vista que me ofrecía la ventana me senté en la camilla y levanté la tapa que cubría la comida. había un vaso con gelatina, una galleta y un platillo con algunas tres cucharas de lo que parecía puré de papa.

"Enserio esto es comida"

Por lo menos tú no tienes nada.

Decidí ignorar mi conciencia y ponerme a comer la 'comida' que me proporcionaba el lugar que dudaba yo pudiera pagar, para eso tendría que escapar o esconderme, porque ni en mil años de trabajo comunitario iba a poder pagar una estadía en ese hospital. Hice el intento de tomar la cuchara de plástico fracasando en el primer intento. Las vendas y las aguja que pinchaban mis brazos me dificultaban la tarea de comer en paz y no parecer una niña que necesitaba a su mami para comer. Tomé un bocado o eso pensé hasta que no sentí nada en mi boca, la gelatina estaba esparcida en la bata que tenía encima y mis piernas.

- Eres una inútil, ni para eso sirves
- me reclamé frustrada, tratando de recoger la gelatina que había caído en mis piernas -Ni siquiera puedo comerme una simple gelatina. -Gemí intentando limpiar el líquido que me había manchado toda la bata, una que ni siquiera sabía cómo la tenía puesta, de quién era o quién me la había puesto.

Dr. SmithWhere stories live. Discover now