Temor

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@favorochirocha Para tí.

Calor, debilidad y una extraña sensación de placer fue lo primero que sentí a la su lengua tocar mi punto sensible. No sabía que tan bien se sentía que alguien estuviera ahí, directamente en tu punto con tu consentimiento, dándote todo el placer que tú mente podía soportar.

Así era como se sentía, había recorrido mis pliegues desde mis labios hasta mis entrepiernas sin ser rudo ni forzado, cómo lo hacía mi primo. No pudo evitar recordar esos momentos donde el pasaba su lengua dejando rastros de saliva por todo su cuerpo, era repugnante. Alejó esos recuerdos de su mente, nadie podía dañarla nunca más, ella estaba a salvo con él.

- ¡Oh, Dios! Jadee avergonzada, estaba segura de que eso se había escuchado del otro lado de la puerta, pero no podía contenerse. Él sabía hacer milagros.

- Nunca te dejaré ir - sentenció probando en néctar que salía de mis adentros, deleitándose con el sabor que le ofrecía solo a él, a nadie más.

*

Los meses pasaban volando cada día uno más rápido que otro. Martha había asegurado mi perdón que no dudé en darle en cuanto me cocinó una rica cena para celebrar mi primer y reciente noviazgo, estaba contenta.


Poco tiempo después volví a integrarme al hospital. Las cosas estaban saliendo mejor de lo que imaginaba. Sofia ya estaba de alta y al fin podía ir a casa por un largo tiempo, solo debía ir cada seis meses a control y revisión, pero según el médico, todo estaba bien. Brandol y Moisés no dejaban de hacer chistes por mi forma de caminar, yo no le encontraba nada raro, pero según ellos lo hacía de una forma diferente. Reían con ello molestando a Smith cada que podían.

Ingresé a un curso de enfermería que la novia de Moisés me recomendó, las clases se impartían los fines de semana, todo el día, estaba aprendiendo mucho. Canalizar era una de las cosas que más difícil se me hacía, pero poco a poco y con la paciencia del maestro, le estaba tomando el hilo.

De Marlenis no volví a saber, cuando ingresé al hospital ella no estaba y lo agradecía de sobremanera, aunque estaba apenada de que ella se fuera así, sin más. Supongo que por el tiempo que había estado trabajando para él, tenía más derecho. Pero no era así, yo ahora era su novia. Todo el derecho era mío.

//

— Quiero otro helado — murmuró la ya no tan pequeña Sofía terminando el helado de chocolate que le había comprado hacía unos minutos.

Aún no terminaba ese y ya quería otro.

— Sabes que no puedes comer más dulces, el médico dijo que fuéramos despacio, un paso a la vez.

Me encantaba verla feliz, después de ese proceso tan diferente por dónde ella pasó, no había nada que pudiera negarle, pero debíamos llevar el proceso con calma. No queríamos ninguna otra complicación. Ana me la había confiado esa tarde y no quería fallarle de esa manera. — Cuidado con el consumo de chuchos — le había comentado en cuanto iban saliendo una de la mano de la otra.

— El doctor dijo que puedo comer uno que otro heladito de vez en cuando, está es la vez y el cuándo es ahora. por favor — entrecerró sus ojitos de gatos que le producían ternura.

— No pongas esos ojos, sabes que no me vas a convencer.

— Si no me lo compras le diré a mamá que aparte de un helado de chocolate que estoy azucarado, me dejaste comer algodón de azúcar y palomitas de maíz cuando aún estaba en el hospital. —la retó ahora tomando el control.

— Que al igual que esa vez, este sea nuestro secreto.

Compró el otro helado y la llevó a casa con una sonrisa en los labios. Si, de esa pequeña y dulce Sofi no quedaba absolutamente nada.

Me despedí dejando un beso en su mejilla y le hice seña a Tyler para que se acercara. El día estaba muy bonito y necesitaba caminar, pero ese negro algo como un árbol no me dejaría ni un segundo. Nunca me había gustado tener un guardaespaldas, de hecho, consideraba que esto era algo innecesario para alguien como yo, pero Smith se empapaba en qué alguien me acompañara a todas partes. Aunque este gracias al cielo, guardaba su distancia.

— ¿Si, señora? — preguntó en cuanto se acercó a ella. Estaba cansada de decirle que no la llamara de esa manera, que bien podía llamarla por su nombre. Nunca entendía.

— Eh.. pues, cómo verás necesito hacer algo de... Mujer, necesito entrar a la tienda a comprar unas cosas de mujeres, pero no puedo ir porque mi pantalón está algo manchado ¿Entiendes?

— No.

— Que necesito que vayas a la tienda a comprarme alguna toalla o tampones de mujeres, yo esperaré aquí porque no me puedo mover sin que se me vea lo sucia que está mi ropa —intenté explicarle de una manera más obvia. Mis mejillas tomaron ese ligero color carmesí al decir tal mentira, no había otra cosa que lo hiciera despegarse de ella.

— Oh, si eh, ya entendí. Volveré de inmediato — rascó la parte trasera de su cabeza y se marchó avergonzado. — Ya vuelvo, espere aquí — gritó antes de subir al auto y marcharse.

No era natural en mí mentirle a nadie, no era muy participe de eso, pero enserio necesitaba un momento para mí misma, anhelaba mirar el cielo que estaba bastante lindo y sentir la brisa arropar mi cuerpo.

Me abrí paso entre las personas que circulaban a mi alrededor, aún el sol no se ocultaba y el cielo tomaba un ligero toque naranja por el reflejo del sol que ya iba a dormir.

Caminé sintiendo mi cuerpo vibrar de felicidad, tenía la sensación de libertad vibrando dentro de mí, me sentía una paloma libre que podía volar a cualquier lugar.

Me sentía libre, pero observada. De repente tenía la ligera sensación de que alguien me estaba siguiendo, lo cual quizás solo era parte de mi miedo interior. No le presté mayor atención y sonreí al pasar por el restaurante del que una vez hacía ya un buen tiempo, salió el mejor hombre del planeta. Rafa. "Billini" era el nombre de ese lugar donde por cosa del destino llegué a parar para conocer a quien ahora era el amor de mi vida.

Poco faltaba para llegar a casa, solo debía seguir el sendero de piedras que yo misma había puesto para acordarme el camino aquella vez que acepté estar con él para el resto de mi vida, faltaba poco para llegar, estaba a punto de recorrer el camino cuando sentí una mano cerrar el paso de mi respiración. No me moví.

Permanecer inmóvil quizás por el miedo fue lo mejor que pude hacer. No quería moverme, no podía hacerlo. Sentí como alguien me arrastró desde atrás y me entró a una camioneta o carro, realmente no me había dado cuenta. Simplemente sentí que me entraron a algún vehículo y como siempre pasaba cuando pensabas conseguir la libertad, me sentí presa. Otra vez alguien volvía a cortar mis alas, otra vez como en muchas ocasiones; era una prisionera.

>> Prisionera de la vida.
>> Prisionera de tus pensamientos.

Volví en sí cuando sentí que cubrían mis ojos. Por un momento entendí que miraba, pero no podía ver nada, ohia pero mis oídos no eran capaces de escuchar. Respiraba, pero no estaba con vida.

Era una muerta en vida.


*
Gracias por leer. <3

Si les gusta mi historia los invito a pasar por Belleza Frágil aquí en mi perfil. Es una historia que cala desde la profundidad, exponiendo nuestros miedos llevándolos con mucho amor a un lugar seguro.

Belleza Frágil.

Dr. SmithTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang