Beso y miedo

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- Sofia necesita una transfusión de sangre, la leucemia cada día está más avanzada y ya el tiempo se está agotando y si no hacemos eso ella puede morir -escuché que hablaba el doctor a la distancia, no quería acercarme mucho para no llamar su atención, pero fue inevitable no escuchar.

Me di la vuelta antes de que alguien supiera que había una espía, no quería seguir escuchando hablar de mi niña, de una pequeña que apenas comenzaba a vivir su vida. Con un rastro de lágrimas dejé a Moisés y Brandol con el doctor Feliz, uno de los que atendía a la pequeña y su madre. No me sentía bien, de hecho, estaba muy mal. El hecho es que era una niña tan pequeña que no debería estar pasando por algo así.

Caminé por el hospital sin rumbo alguno, tomé un poco de aire y terminé sentada en aquel pequeño parque colorido que llamaba la atención del hospital. El asiento que siempre usábamos estaba ocupado por una señora maja que leía un libro, así que tomé uno de los columpios que había disponible, alejados del sol.

- Todo saldrá bien -susurró alguien detrás de mi tocando parte de mi hombro. Smith se le notaba cansado y con la vista llorosa, se le notaba que la noticia no le había caído bien al igual que a todos. Sofía era una pequeña super alegre que se ganaba el corazón de cualquiera con su sonrisa.

- Lo sé, ella es muy fuerte - asentí confiando en sus palabras. Todo saldrá bien, solo hay que transfundirla y esperar los buenos resultados. No iba a creer que tenía la peor suerte del mundo, que cuando al fin encontraba algo bueno, el destino me lo quitaba de las manos. Mis padres acabaron con mi felicidad, Mario acabó con mi dignidad y ahora esa maldita enfermedad no puede acabar con el poco amor que crece hacia alguien, no se lo voy a permitir.
- ¿Ella va a curarse cierto, lo hará?

- Lo cierto es que no te voy a mentir. La leucemia es una enfermedad rara que ataca al veinte por ciento de la humanidad, la probabilidad de que se cure en una niña como ella, con su sistema inmune tan bajo, son muy mínimas. Pero haremos todo lo que esté a nuestro alcance para ayudarla, sabemos que ella es fuerte y saldrá adelante, por ti, por ella y por todos los que la apoyamos. -suspiró cansado. - Tiene su tiempo y etapa al igual que todo. Cada cinco meses se le hará una transfusión de sangre, después disminuiremos a dos y ver cómo reacciona, si todo sale bien en unos nueve meses podrá ir a casa.

Me miré para buscar la seguridad que necesitaba y lo encontré en sus ojos, él era todo lo que yo buscaba para confiar, para creer que todo iba a salir bien. Mis ojos reflejaban miedo, pero los de él reflejaban seguridad, confiaba en él.

*

Estaba nerviosa, estaba más que nerviosa, inquieta. Desde el cumpleaños de la pequeña él y yo no habíamos vuelto a dormir juntos, él se quedaba hasta tarde en el hospital y otras veces, ni siquiera llegaba a casa, entonces yo no tenía nada que hacer en su habitación.

Nunca volvimos a besarnos, no nos mirábamos más de lo necesario y sólo conversamos cuando había alguna noticia, de lo contrario nuestra estadía era nula al igual que nuestra conversación.

- Emma -susurró cerca de mi rostro, hoy si había llegado a dormir, de hecho, yo se lo había perdido. Tenía tres días soñando que mi primo venía a buscarme y me encontraba. No quería decirle nada para que el no creyera que era una excusa para verlo, pero tampoco me veía durmiendo con la señora, Martha. Imposible.

Los sonidos espantosos que hacía al roncar la mantendrían despierta toda la noche, ni se podía imaginar dormir con alguien así, odiaba los ronquidos a la hora de dormir.

- Smith -respondí igual de agitada que él, la sintonía de nuestra respiración era increíble al igual que el ambiente y la tensión.

- No creo tener tanto autocontrol cuando estas tan cerca, menos si te sigues mordiendo los labios cada vez que me miras, ni creo que pueda contenerme cariño.

- Nadie te está pidiendo que lo ha..   -No esperó que terminará la frase y se lanzó encima de mis labios con frenesí.

Sus labios eran suaves, y tenía un delicioso sabor a café, no era fan del café, pero sus labios me hacían adorarlo. Bajó por el tirante de mi blusa con besos húmedos desde mi cuello hasta la base de mis senos y se detuvo mirándome a los ojos. Levanté una ceja en cuanto no sentí sus besos y lo vi levantarse de la cama, no lo entendía.

Sacó su celular del bolsillo de su bata y contestó una llamada que nunca escuché.

Se alejó de la habitación con el celular en los oídos y cerró la puerta detrás de si, dejándome acostada con la blusa media baja y con ganas de hacer lo indebido. Entendía que el aún era un desconocido, además de que era un reconocido doctor multimillonario y no iba a querer estar con una persona como yo; que no tenía nada que ofrecer, ni siquiera cargaba con dignidad, eso me lo habían arrebatado en contra de mi voluntad.

Con la poca fuerza que tenía y cabizbaja tomé el juego que había dejado en la cabecera de su cama y lo escondí en mi parte íntima, no quería que el supiera que me había estado preparando para ese momento, que hasta compré algo para que fuera más divertido para él, ya no tenía sentido.

- A ver si esto te sirve de algo -me dijo a mí misma pensando en la opción de un nuevo trabajo que me había hablado la chica que por lo visto estaba enamorada de él. Me había dicho que su padre era abogado y estaba buscando una chica joven para que le preparara el café, que ella podía servir para eso.

Total, ya no tenía nada que perder. Aceptaría el trabajo, le pagaría todo lo que le debía y se iba a ir lejos de todas aquellas personas, iba a vivir una vida feliz con él retrato de aquella pequeña que había revolucionado sus pensamientos.







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Dr. SmithDonde viven las historias. Descúbrelo ahora