Decepción

2.3K 144 6
                                    

Las horas, los días, las semanas y con ellos los meses iban pasando sin cuidado. Sofi ya había recibido su transfusion mensual y de momento se encontraba mucho mejor. Después de ese día en su cumpleaños, cuando casi nos mata del susto a todos, no tuvimos más eventos.

Las cosas estaban algo raras, el Dr. Smith estaba más distanciado que nunca. Pensé que todo cambiaría después de esa vez que estuvimos a punto de hacer algo, pero me he equivocado. El no volvió a hablarme si no era para saludar o hacer una pregunta tonta de la cual yo no tenía respuesta.

Lo pensé otra vez antes de entrar a su consultorio, no quería verme como una necesitada de atención, pero quería hablar de al algo importante. Abrí y cerré la puerta despacio sin llamar su atención, asustada — Necesito hablar de algo contigo — solté de golpe abriendo la puerta sin cuidado. Se encontraba cabizbajo escribiendo algo en unos papeles con el ceño fruncido.

— Si dime, ¿Qué necesitas? —preguntó reparando en mí algo fastidiado. No dije nada. — ¿Me dices o te piensas quedar ahí parada? No tengo todo el día.
— replanteó levantando una de sus cejas, por lo visto no estaba siendo un buen día para él y lo mejor era que me diera la vuelta y me fuera. No tenía por qué tolerar su mal humor, yo no le había hecho nada para que él se comportara de esa forma conmigo.

— Pues si vas a estar como un idiota me avisas y salgo de tu casa y de tu vida sin pensarlo, ya he tolerado muchas cosas en la vida como para seguir debajo de alguien que a la primera que tiene un problema se la desquite conmigo. No estoy para estás niñerías.

Suspiré asustada, no sabía de dónde había salido todo aquello, ciertamente nunca había sido capaz de decir algo como eso.

Sus ojos conectaron con lo mío sorprendido, ni él se creía que yo era capaz de decir algo como eso. Quería disculparme, debía hacerlo. Quizás solo no estaba teniendo un buen día.

— No es necesario que te vayas de mi casa, mucho menos de mi vida. Lo siento, solo estoy un poco cargado de todo esto— señaló los papeles que había estado leyendo unos minutos antes de mi interrupción.

— Entiendo que tengas mucho trabajo, pero creo que eso no te da derecho a tratarme así, también me he pasado al levantarte la voz. Me has dado una mano cuando la necesité, me llevaste a tu casa y hasta ahora has confiado en mí y sé que estoy en deuda contigo. Pero entiéndeme que no puedo quedarme callada cuando todos pretenden que lo haga.  — Después de ese día, has cambiado.

— Lo sé y como ya dije fue un error y no volverá a pasar —murmuro volviendo la vista a los papeles. No había escuchado él, el acababa de decir que lo de ese día fue un error.

La palabra se repetía en mi mente una y otra vez. ¿Era un error intentar algo con una pobre marginada? Por lo visto sí, lo era.

Cerré al salir con el poco orgullo que me quedaba aguantando las lágrimas que luchaban por salir. Al final siempre había sido esa nena que lloraba por todo, no podía quejarme.

Escuché que alguien dijo algo, pero no presté atención.

— Mosca muerta, te estoy llamando ¿Que no le escuchas? —me tomó por el brazo dejándome desprevenida. — Oh, estás llorando; que pena. Ay, de seguro ya te ha dicho Rafa que no le gustó el beso que le distes. Pobrecilla mi pequeña —dijo limpiando sus lágrimas falsas, haciendo que yo me contuviera lo más que podía.

No había forma de que ella supiera del beso que le había robado días antes en la mañana, el beso que él no correspondió

Sabía la clase de persona que era, no debía creerle, pero entonces ¿Cómo lo sabía?

Suprimí lo más que pude el llanto y regresé a casa, a la casa de aquel hombre que sabía elevarme a las nubes y dejarme caer de golpe.

Lo pensé mucho, sin duda alguna dolería mucho dejarlos a todos, quería mucho a Martha, Moises, Brandol, Sofi, Ana, los nenes del hospital y hasta al idiota de Smith que; aunque de momento no se estaba comportando como el caballero que siempre había sido, me lo había dado todo. Comenzando con la confianza para llevar a una desconocida a su casa, y siempre estaría eternamente agradecida con él. Abrigó mi frío, calmó mi hambre y sació mi sed, eternamente agradecida estaría siempre. 

Lo pensó unos minutos más, al menos debía dejar una nota de despedida, el sobre con el dinero que con el tiempo había ganado y una promesa de pagar todo con el tiempo.

—  Espero y no sea lo que estoy pensando — murmuró Martha entrando a la habitación cabizbaja. — Me acaba de llamar para decirte algo, espéralo unos minutos.

— Lo siento, no quiero verlo porque me será más difícil irme.

— Al menos come algo, te he preparado la rica lasaña que tanto te gusta. Ven —me arrastró hasta la cocina y me sentó, ni siquiera tenía hambre, pero podia hacer eso último para complacerla.

Terminé todo haciendo un último favor de ayudarla a recoger unas cosas en su habitación y me espanté en cuanto escuché la voz de Smith gritando mi nombre.

Y lo entendí todo, había estado ganando tiempo hasta que el llegara.

Entendí que no debía confiar en nadie, ni siquiera la mujer que había querido como una madre.




*

Gracias por leer <3    Génesis J. Herrera.

Dr. SmithDonde viven las historias. Descúbrelo ahora