Viajo a otra dimensión y me caigo montaña abajo

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Cuando abro los ojos una luz blanca me ciega por un momento. Estoy tumbada en una cama con sábanas blancas rodeada por paredes blancas. ¿Esto es un psiquiátrico? Igual me he vuelto loca, eso explicaría lo del dragón.

Me duele todo desde la cabeza hasta las plantas de los pies y no puedo moverme. ¿Calmantes? ¿Me he vuelto paralítica? ¿Cuanto tiempo llevo aquí? Y más importante ¿dónde es aquí?

¿Donde estará Killian? ¿Y mis amigas? ¿De verdad no me veían ni oían? No entiendo nada, mi mente es incapaz de procesar lo que pasó durante el incendio y además tampoco hay nadie en esta habitación que pueda explicármelo, el silencio es tan abrumador que da miedo romperlo.Al final la tos decide hacerlo por mí con uno de sus ataques, secuelas del incendio seguramente. 

Al parecer la tos funciona porque un joven enfermero (que también va de blanco, estoy empezando a hartarme de ese maldito color) abre una puerta y se acerca hacia mí con un gotero nuevo, ni me había dado cuenta de que llevo uno enganchado en el brazo.

Intento hablar pero de mi garganta solo sale un susurro parecido al que haría una serpiente si pudiera hablar.

- Tranquila no hables, Kenya - dice el enfermero mientras me cambia el gotero - es importante que descanses. No se ni como conseguiste salir viva de ese infierno y más aun con un dragón persiguiéndote.

¿Como sabe mi nombre? ¿Estuvo en el incendio? ¿Cabría la posibilidad de que los dragones fueran reales y que no se me estuviera yendo la pinza?

- Te he cambiado los sedantes por otros menos potentes. Mañana ya podrás moverte pero seguirás sin poder hablar, eso llevará más tiempo.

Quiero preguntarle un montón de cosas pero mi garganta chamuscada no me deja. Sin posibilidad de comunicarme el enfermero se va por donde ha venido y me deja sola de nuevo en la habitación.


A la mañana siguiente me despierto con dolor pero sin parálisis, al fin puedo moverme. El gotero sigue enganchado a mi brazo pero está lleno, han debido de cambiarlo otra vez mientras dormía. Me siento en la cama a duras penas haciendo muecas por el dolor. 

Veo que me han dejado ropa a los pies de la cama: una camiseta blanca de tirantes, unos pantalones azul oscuro y unas botas militares negras. Decido que lo menos aburrido que puedo hacer en estos momentos es vestirme.

Tengo hambre, sed y ganas de que me expliquen donde estoy así que me levanto de la cama y me pongo de puntillas para desenganchar el gotero del gancho en el que está sujeto.

Ahora a buscar a alguien que esté dispuesto a darme comida, agua y explicarme donde estoy. Hay dos puertas en mi habitación. Una es por la que entró el enfermero y la otra tiene un cartel en el que pone SALIDA DE EMERGENCIA. Si me fuera por la primera podría buscar a alguien que resolviese mis dudas y si eligiera la otra opción yo misma averiguaría las respuestas. La segunda opción me llama más. 

La puerta lleva a unas escaleras de caracol bien iluminadas y blancas. ¿Qué les pasa a estas personas con este color? No me encuentro con nadie y salgo por lo que parece una puerta trasera sin ningún problema pero el paisaje que me encuentro fuera es totalmente inesperado, nada de lo que esperarías encontrar al lado de un hospital.

Estoy en un descampado rodeado de vegetación selvática que trepa por las colinas que rodean el edificio dejándolo en el interior de un  pequeño valle, arriba en el cielo vuelan criaturas que creía producto de la fantasía: caballos alados, pájaros gigantes de colores llamativos, grifos (animales medio águila medio león)... Se me cae el gotero que sujetaba en la mano al suelo sin darme cuenta. Lo recojo y me adentro en la espesura del bosque.

ORAMAOù les histoires vivent. Découvrez maintenant