Mi nueva amiga vive en un sombrero mexicano

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Tras unos pocos días en la enfermería soportando las continuas visitas y charlas propias de madre de Raquel al fin me dan el alta. Estos últimos días me han servido para pensar mejor en mi plan de huida:

PASO 1:  Averiguar donde viven los graduados.

PASO 2:  Conseguir uno de esos caballos voladores (Equus??).

PASO 3: Robar una capa de graduado colándome en una de sus casas.

PASO 4: Volver a casa y proteger a mi familia de los dragones.

Es pan comido, sobre todo teniendo en cuenta que Raquel quiere llevarme a su casa y darme una copia de su llave por si alguna vez tengo algún problema. Eso ya me soluciona el primer paso y parte del tercero.

Raquel me saca del edificio y me conduce por el camino hasta donde la tierra de la isla da paso al acantilado. Allí está el Equus de Raquel esperándonos. Es un animal magnífico, se trata de un caballo blanco con manchas marrón claro, unas alas enormes y bien emplumadas del mismo color y la crin negra. 

- ¡Es precioso! - exclamo con admiración.

- Preciosa, - puntualiza - es hembra.

La miro con los ojos en blanco mientras caminamos hacia el animal. No lleva silla de montar ni rindas, ¿como hacen para no caerse los jinetes? Otro misterio más sin resolver. Raquel se encarama al lomo del Equus de un salto, yo no la sigo. Por muy bonito que sean los pegasos no me apetece demasiado subirme en uno sin tan poca protección. Al verme dudar Raquel dice:

- ¿No me digas que tienes miedo a las alturas? - parece estar burlándose de mi.

- No, ya subo no hace falta que me llames cobarde.

Intento subir como lo ha hecho ella pero estoy floja y nunca se me ha dado bien eso de saltar así que me quedo colgando del caballo con las piernas colgando por un lado y la cabeza al  otro. Me siento como puedo detrás de Raquel y me agarro a su cintura tal y como me indica.

- Va a ser un viaje movidito hasta casa. Por cierto la Equus se llama Cira.

Cira relincha y agita la cabeza como si reconociera que la llaman.

- ¿Lista para volar? - pregunta Raquel.

- Eso creo - respondo con un suspiro.

Raquel se gira mirándome extrañada y añade:

- Se lo estaba preguntando a Cira, pero está bien saber que te sientes preparada.

Se gira y tras un grito de ARRE!!! de Raquel salimos galopando hacia el borde del acantilado. Yo cierro los ojos, me agarro con fuerza mientras lucho por no caerme de Cira y grito:

- ¡¡¡¡¡¡ESTO NO HA SIDO UNA BUENA IDEAAAAAAA!!!!!!! 

El ruido de los cascos de Cira contra la tierra termina y en su lugar queda un batir de alas y el viento. Abro los ojos y al hacerlo me arrepiento totalmente de lo que he gritado antes.

Si el paisaje era bonito desde la isla, en el aire es una maravilla. Volamos a toda velocidad hacia las islas que vi el otro día, Cira planea con suavidad entre las nubes como solo un águila real podría hacerlo. De repente bajamos en picado hacia la niebla del fondo y me inclino para notar las gotitas de vapor en la punta de los dedos mientras me río. Cira sacude la cabeza y vuelve a subir hacia el sol moviendo las alas. Atravesamos una nube y planeamos hacia las islas.

Por el camino nos encontramos con otros jinetes que saludan a Raquel con la mano. Todos llevan capas de graduados, en ellas está bordado el animal que los visitó en sueños al ser elegidos.

ORAMAWhere stories live. Discover now