Prólogo:

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Déjame hacer que te sientas amada, ese no te valora y no te das cuenta de que me tienes a tus pies-Adexe Gutiérrez.
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Hoy te he visto, ya casi no sonríes. Adoraba esa sonrisa que arreglaba mis días tristes-Adexe Gutiérrez.

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Me dijeron que te diagnosticaron depresión y por lo tanto te encerraron para darte tratamiento. No puedo creer que por culpa de ese imbécil estés ahí, ojalá vuelvas pronto-Adexe Gutiérrez.

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Ese fatídico día estaba tumbado en mi cama, descansando en mi cuarto, ya había acabado los exámenes finales antes de verano, Solo había que esperar a las notas que esperaba que fuesen buenas. Cerré mis ojos cuando mi hermano irrumpió de forma brusca en mi habitación.

Tengo que contarte algo-dijo jadeando.
¿El que?-le mire.
Goretti se ha ido-me miro.
Ya lo sé, ya sabía que se iba de vacaciones a la playa-sonrei.
No, su padre me ha contado algo que..., es mejor que lo sepas-suspiro.

Me levanté de la cama como un resorte. Le cogí de los hombros y le zarandee hasta que el me agarró y me paro.

Para-dijo serio.
¿Que es lo que te ha dicho?-bufe, odiaba esperar.
Goretti... Goretti tiene depresión y la van a internar para tratarla...-murmuro.
¿Que?-me senté en la cama, sentí como todo mi buen humor, mi alegría y mis ganas de vivir se esfumaron.
Antes de irse con ella me dio esto-suspiro.

Me entrego una carta y me dejó a solas. "Si algo me pasa o me encierran en algún lugar, no les creas, no fue por mi propia voluntad". Me tumbe en la cama con la nota aún en mi pecho y comencé a llorar, se había ido y no sabía cuándo volvería a verla. De eso han pasado 5 años, ahora tengo 20 años y aún tengo muy presente su recuerdo.

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Y ya nada volvió a ser igual. Todo en lo que creía se fue derrumbando poco a poco. Primero mi padre se casó con esa arpía. Después esa arpía se encargó de que mi padre creyera que tenía depresión y después se encargó, "personalmente" según ella, de escoger el mejor sitio y con los mejores tratamientos para tratar la depresión.

Hija, baja, nos vamos ya-dice desde la puerta.
Papá, estoy bien, no necesito ayuda-dije suspirando.
Hija, no lo estás, sé que la muerte de tu madre fue dura pero debes superarlo igual que yo lo hice-suspiro.
¿Es que acaso ya no la amas?-dije fría.
Hija baja ahora mismo y no discutas más-dijo la voz chillona de mi madrastra.

Apreté los puños, no podía hacer nada, mi madrastra le había lavado el cerebro a mi padre. Cerré la puerta y escribí esa nota que espero que le llegue a él. Bajé y suspiré, no me quedaba más remedio que aceptar mi nueva realidad de momento. Era una chica de 15 años que acababa de perder a su madre, no lo había superado. Solo había pasado un año y aún la sentía conmigo, creo que la muerte de un ser querido nunca se supera, solo se aprende a vivir con el dolor de saber que el ya no está con nosotros. Aparte de que mi, en aquel entonces novio, no supo cómo llevarlo y decidió cortar conmigo aunque yo creo que más bien fue que encontró a alguien que no tenía tantos problemas. Aparte mi vista de mi antigua casa para posar la en el coche que me llevaría a aquel horrible lugar. Desde ese entonces he estado médica, aún no logro salir de la depresión según los médicos aunque yo sé que en realidad lo hacen porque esa arpía les paga muchísimo dinero para mantenerme aquí encerrada y que ella pueda darse la vida de lujo que desea.

Eternally yours. Where stories live. Discover now