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Narra Goretti:

El sonido de los pasos de los guardias por los pasillos irrumpen en el silencio de la habitación. Se lo que me espera cuando entren por esa puerta, pastillas.

-Arriba.

-¿No te cansas de mantenerme así? Y peor aún ¿No te cansas de ser utilizado por mi tía.

-No repliques, ya sabes lo que pasa si no tomas las pastillas, no me obligues a ello.

Calle. Dirigí mi mirada hacia el suelo, sabía perfectamente lo que podría llegar a pasar si replicaba demasiado.

-Así me gusta.

Metió las pastillas en mi boca y me observó mientras yo, sin que se diera cuenta, metía las pastillas en mi mejilla izquierda e imitaba el gesto de tragar.

-¿Ya te las has tragado?

-Si.

-Está bien, por esta vez confiaré en ti.

Asentí, salió por la puerta junto al guardia que lo acompañaba y por fin pude estar a solas con mi pensamientos.

-Con suerte no han encontrado nada de lo que guardo debajo del colchón-murmure.

Saque de debajo del colchón tres fotografías, una de mi madre, otra del chico que me rompió el corazón y otra de el... Mi mejor amigo. Suspiré. Volví a guardarlas en el mismo lugar cuando sentí la puerta abrirse. Entro con su sonrisa siniestra y me agarró con fuerza levantándome del suelo.

-Sueltame.

-Hoy estás muy respondona.

-¡No me toques!¡Me das asco!

Cuando se distrajo mirando mis pechos tuve la suficiente astucia para golpearle en la nuca con un objeto contundente. Me vestí con su uniforme y salí de allí intentando no ser vista. Una vez que estuve fuera corrí lo más rápido que pude. Agarre con fuerza la mochila con el dinero que había estado escondiendo y guardaba el dinero que mi padre me daba en ella. No quería parar de correr, sentía que si lo hacía me cogerían y ya no podría volver a escapar.

Narra Adexe:

Subo a mi cuarto. Cierro la puerta y alzó el colchón. Cojo lo único que conseguí guardar de ella y vuelvo a dejarlo todo como estaba. Mis padres me obligaron a guardar en cajas y tirar todo lo que me recordaba a ella, decían que era por mí bien aunque yo no lo veía así.

-Ojalá supiera dónde estás y pudiera sacarte de allí-murmuro.

Leo una por una todas las cartas, frases y textos que la dedique. Una lágrima cae por mi mejilla y me la quito rápidamente.

-Te juro que he intentado todo por encontrarte pero es imposible-suspiro.

Miro hacia la puerta cuando siento que alguien me está observando. Levanto una ceja cuando veo a mi hermano.

-¿Que?

-¿Otra vez con eso? Sabes que papá y mamá se enfadarán si descubren que sigues teniendo algo de ella.

-Lo se.

Vuelvo a esconderlas y me siento en la cama.

-Tienes que deshacerte de esas cosas, no te hacen bien.

-¡No!-le agarro.

Suspira antes de llegar a donde guardo las cosas y me mira serio.

-No me mires así, es lo único que hace que no pierda la esperanza de encontrarla.

-Ya se que yo mismo te dije que lucharás por encontrarla pero quizás ya es hora de que dejes esa idea a un lado y empieces a vivir.

Niego, suspira.

-Bien, haz lo que quieras, ya eres mayorcito para saber lo que hacer. Por cierto, Silvia está abajo.

-Vale.

Me peino y bajo.

-Hola-sonrie.

-Hola, ¿que haces aquí?

-Venía a ver si quieres ir a dar una vuelta, te vendrá bien salir un poco.

-¿Que le has contado?-miro a mi hermano-

-Nada, nada.

-Mi hermano mayor fue quien me contó lo que paso.

Suspiro, acabo aceptando por cortesía. Quizás me venga bien salir y olvidarme de toda mi mierda un poco.

Eternally yours. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora