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Cola - Lana de rey.

Que asco de cabello.

Llevo cerca de media hora tratando de conseguir que mi cabello se mantenga quieto en un moño de bailarina y he fracasado.

- ¡¿Que sucede?! He puesto los malditos pasadores necesarios - discuto con mi figura que se refleja en el espejo que tengo en mi habitación.

- ¡Jazmín el desayuno está servido! - grita mi madre desde el comedor.

- ¡Voy en un segundo ma!

- ¡Jazmín las moscas!

- ¡Dije que ya voy mamá! - grito en respuesta pero eso parece que no fuera suficiente.

- ¡Si se te enfría va ser problema tuyo!

Dejo a un lado mi cepillo de cabello y opto por sólo aplicar gel en este.

- Ahora si malditos pelos, quédense quietos - aseguro mi cabello bien en un moño y voy directo hasta el comedor. Mi hermana Silvia ya está consumiendo su desayuno mientras con su otra mano teclea en la laptop.

Tanto mi madre como Silvia se me quedan viendo detenidamente como si un bebé murciélago me hubiera vomitado.

- ¿Qué? - enarco una ceja.

- ¿Y ese peinado de como si una vaca te hubiese lambido? - Silvia enarca una ceja y yo me encojo de hombros.

- No tuve tiempo de alasiarme el cabello y esto es mucho mejor que tener el cabello suelto y que parezca un nido de arañas.

- Bueno en eso Jazmín está en lo correcto - dice mi mamá-. Tu cabello parece una esponja cuando esta seco.

Silvia escupe su café por la risa.

- Gracias mamá, ahora me siento menos mal por sus comentarios acerca de mi cabello, de hecho creo que tengo más autoestima hoy - tomo un sorbo de café y fijo mis ojos en el reloj.

Mierda, sólo faltan quince minutos para las siete. Voy a llegar tarde.

De nuevo....

Bueno, aquella vez fue culpa de mi estómago, ¡maldito traídor!

- Me tengo que ir - me levanto de la mesa y termino mi desayuno en un santiamén, me cepillo los dientes y salgo de  mi casa lo más rápido posible para poder subir a tiempo al autobús.

Recalculo mentalmente cuanto me tardaría en llegar sin que mi jefe me llame la atención.

Prácticamente dispongo de cinco minutos para llegar, lo cual es imposible porque justo hoy, de todos los días de mi existencia, ¡Hoy hay una marcha por las calles de la ciudad!

Estoy que vuelvo nada mi peinado perfectamente hecho con gel fijador.

¿Porque a mi siempre, por que no hay un sólo día en el que pueda estar en serena paz?

Él autobús finalmente me deja en la parada correspondiente y yo corro frenéticamente por la calle hasta que llego a la oficina. Rebusco entre mi bolso las llaves y maldigo cuando no las encuentro.

Listo, un problema menos al encontrar mi llavero en forma de bailarina en un hueco ciego de ya mi viejo bolso.

La próxima quincena compraré uno nuevo.

Giro la llave dentro de la cerradura y escucho esa fastidiosa voz que me sigue hasta en mis peores pesadillas.

- Bonita hora de llegar señorita Vega - aprieto mis párpados y muerdo mi labio inferior.

Seducir a un extrañoWhere stories live. Discover now