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Waves - Dean Lewis

Mis manos se encontraban apoyadas a su ancho pecho mientras Vicent me abrazaba, dio una ligera vista a la mesa que había a un lado de la cama y sonrío.

- Vamos a llegar tarde al desayuno, ya son las siete – empezó a removerse en la cama y yo le di la espalda.

- Está haciendo frío – respondí mientras me cubría con la sábanas.

- ¿Quieres que te traiga café para que te sientas más caliente?

Solté una risa.

- ¿Algo más caliente que tú? Dudo que exista.

Me devolvió la misma sonrisa mientras se levantaba de la cama y se colocaba sus boxers.

- ¿Vas a quedarte todo el día en cama? - lo escuche por debajo de las sábanas.

- Trae chocolate - le dediqué una mirada.

- No voy a bajar sin ti - se cruzó de brazos-. Sal de entre las sabanas empezó a moverlas con sus manos.

- Es que.., tendría que bañarme - rodé los ojos-. ¿Estamos a qué? ¿Doce grados?

- Diez - corrigió mientras miraba su reloj.

- ¿Diez grados? Estaría loca si me baño con este clima.

Vicent se rasco la nunca y tomó después su camisa del suelo, lo vi por una de las esquinas de la sabana, lucia varonil y sexy y eso me hacía volar la imaginación.

- No voy a traerte el desayuno, a menos que bajes conmigo.

- Que caballeroso... - me burle-. Por curiosidad... ¿de dónde vas a sacar ropa limpia?

- Del auto - dijo con simpleza.

- ¿Quien tiene ropa en su auto? – enarque una ceja sin creerlo.

- Yo, bueno de hecho tenía una maleta extra que se quedó en la cajuela cuando llegue a Colombia.

Me quede mirándolo sin despegar mi vista de sus ojos azules.

- ¿Vienes o no? - levantó una ceja y no me quedo de otra que salir de allí.

- Ya me estabas asustando y pensaba que me acosabas – dije mientras me encaminaba hasta el cuarto de baño.

- Ser un acosador no está entre mis cosas – me tomo de la mano y me dio un beso en la mejilla. Después escuche como cerraba la puerta mientras yo me metía debajo de la regadera.

Solte un pequeño grito al sentir el agua helada en mi piel, todos los bellos de mi piel se erizaron casi automáticamente, el clima era diferente a la ciudad y estaba temblando de frio cuando sali de allí. Rápidamente busque entre mis cosas un suéter color amarillo y lo combine junto a unos shorts de jean.

Baje las pequeñas escaleras que habían rumbo a la cocina y encontré a Vicent conversando con el mismo anciano que nos había atendido el día anterior.

- Tu esposa está aquí – sonrió el anciano y una sonrisa se dibujó en el rostro del francés.

- Pensé que te quedarías armando pereza todo el día – se cruzó de brazos.

- Me dio hambre.

- El señor Manuel me estaba explicando el proceso de cultivo de café.

- Asi es, tengo unos cuantos granos recién tostados ¿quieres probar?

- Está bien – me senté en una de las sillas que daban con el comedor mientras podía sentir el olor a café recién hecho salir de la cocina.

- Anda prueba uno – me ofreció una pequeña taza con varios granos adentro.

Seducir a un extrañoOnde histórias criam vida. Descubra agora