Capítulo 28 (+18)

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Siempre había pensado que las reuniones familiares eran para reírnos de todos, comer cualquier deliciosa comida o recordar épocas. Papá decía que cuando amas a alguien haces todo para que no se vaya y nosotros odiábamos despedirnos de la tía porque tenía que trabajar o de mis primas las perfectas. Quiera o no, familia es familia, y mientras te amen y les ames, no las cambiarías por nada del mundo. Las reuniones familiares son vida; son alegría. Al menos eso creía hasta que me sentí en la mesa junto a Ethan, Clare y su esposo.

Exhalo dramáticamente y desquito mi odio con una uva gorda que ha sobrevivido. Realmente quisiera gritarle a Clare que deje de fingir que está enamorado y no porque puede llegar a lastimar a su esposo, sino, porque ellos parecen un par de enamorados que no supieron aprovechar la luna de miel. Por otro lado, Ethan no ha deja de tirarme miraditas coquetas cada que toma un trago de jugo. Él es lindo, lo admito, pero definitivamente no va con el ambiente tan incómodo.

Extraño a papá y las locuras de la tía.

Lauren aparece detrás de Clare, retirando hasta el último plato y coloca un tazón de frutas en el centro de la mesa. Su hermana gemela, Conchis, coloca platos limpios, reemplazando los anteriores, junto a tenedores pequeños. Siento que Lauren me da un empujoncito con la cadera para que cumpla con el favor que había mencionado en la mañana y yo le susurro que no es momento. Vuelve a señalar mi mano y sé que quiere que libere la cucaracha de plástico para asustar a Clare..., pero no es el jodido momento.

Me remuevo en mi asiento y aclaro la garganta. Mamá, a cómo debo decirle frente a todos, me mira exasperada.

— Quiero un auto.

— ¿Para?

— ¿Tú qué crees? Conquistar el mundo, mamá.

Frunce el ceño. Sé que no le ha gustado mi tono, pero a veces es demasiado cansado fingir, y, aunque puedo notar que internamente me ha arrancado la cabeza un par de veces, introduce su mano en el bolsillo de su pantalón fino y me pasa la llave de su auto.

— Aquí tienes.

Arrastro las llaves, devolviéndolas mientras niego con la cabeza. No pienses que soy una malagradecida, porque no lo soy, pero tampoco soy tonta. Sé que la gente mala es más lista que cualquiera y que no sería tan loco encontrar un micrófono dentro de su propio auto porque su hija lo maneja. O peor aún, una bomba. ¡Una verdadera bomba!

— Un auto con olor a nuevo.

Duda por un momento, regañándome con los ojos cafés y los labios como una línea. Scott, al notar el ambiente pesado que se ha generado, pasa su palma por la espalda de Clare, tranquilizándole porque soy una joven y merezco comprensión. Él es como el padre que todo el mundo quisiera tener; ese que si llegas a escapar de casa, te estará esperando y solo te dará un premio.

— Puedes llevarte el mío, si quieres. — propone Ethan.

Nuestras miradas se conectan por un momento.

Anoche no fui a su habitación y he intentado esquivarlo de todas las maneras posibles. Incluso llegué a usar a Lauren para que no se me acercara con sus manos curiosas y sus besos candentes. La simple idea de que tengan una pista sobre lo nuestro, me deja en estado de pánico. No quiero que le hagan daño, tampoco que él sepa por donde ando metiendo mis narices, porque eso solo lo haría mi cómplice.

Ethan sonríe y eso solo sabe hacer que el vello de la nuca se me erice. El rastro de aquel chico feliz que conocí, comienza a asomarse por alguna ventanita de su mira multicolor y me encanta. Solo de verlo me dan ganas de vivir; de ser libre.

— Hagamos algo — propone Scott —. Hoy llévate el auto de Ethan y mañana iremos por el tuyo. Uno deportivo, tal vez último modelo.

— Ella sería feliz con un escarabajo maloliente, papá.

MENDAXWhere stories live. Discover now