Capitulo dos.

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 Capítulo dos.

"¿Después me podrías mostrar el instituto completo?" —escribí en un papelito y se lo di a Micaela.

"Claro :)"

Terminó la hora, todos se levantaron y se fueron con sus cuadernos. Ahí la vi nuevamente. Sentada en el último asiento en la esquina derecha. Estaba ladeada hacia adelante y su pelo cubría todo su rostro.

Me acerqué y me hinqué frente a ella. Me agarre un mechón y lo puse atrás de mi oreja.

—Hola, ¿cómo te llamas? —pregunté gentil.

—Judie —respondió fría.

—Yo me llamo Sascha, aunque lo debes saber porque ya me presenté —reí un tanto nerviosa—. ¿Por qué tan sola?

Levantó la cabeza lentamente. Dios. Sus ojos eran muy bonitos. Pero tenía una mirada distante.

—Nadie me quiere, me dicen rara, loca... Dicen que soy esquizofrénica. Pero seguro que no. —empezó a reír medio extraño.

—¿Por qué dicen eso?

—Me gusta la sangre... He... He cortado a algunos compañeros... Pero gñe, es normal... Todos lo hacen.

La miré sorprendida. Micaela me tomó del brazo y tiró de él. La miré extrañada y me sacó del salón.

—No hables con ella.

— ¿Por?

—Te hará mal, te invitará a su casa... Te... Matará —me miró con misterio, yo no sabría describir mi cara, no sé como la tenía.

Empezó a reír a carcajadas.

—¡Hubieses visto tu cara, dios! —Dijo riendo.

—Hija de tu mami. —La miré mal.

— ¿Vamos a recorrer el instituto o no?

—Vale —dije.

Comenzamos a caminar y me señaló cada lugar.

—Por ahí, está la sala de música. ¿Tocas algún instrumento?

—Un poco el piano, lo justo y necesario —dije mientras me limpiaba las uñas.

—Yo toco el bajo, pero nada especial. Lo justo y necesario como dices tú. —Asentí.

—Y… ¿qué tiene esa chica? Judie.

—Han dicho que es esquizofrénica. Yo también lo creo. Algunas veces se sienta en el piso mirando hacia la pared y empieza a dibujar figuras con el dedo. Ríe sola, conversa sola. —Yo miraba a Micaela con atención.

—Una vez la pillaron con una pistola en el bolso. —Abrí los ojos sorprendida.

Tomé mi bolso y salí de mi casa. Ya habían terminado las clases hace horas. Me dirigí a mi peluquería preferida.

Iba caminando por una vereda que intersecta con un callejón. Al cruzarme con el callejón, sentí un escalofrío y aferré mi bolso a mí. Me adentré en el callejón, la curiosidad mató al gato.

Mala idea meterse ahí.

Caminé, las paredes tenían musgo, olía muy mal. Había muchos charcos de agua por el piso. Se veían ventanas en las paredes; ventanas de los departamentos que habían ahí. Los muros eran de ladrillo y estaban húmedos. Había un contenedor de basura, del cual provenía todo ese mal olor, como a perro muerto y basura de hace semanas, tal vez meses.

Ahí la vi. Estaba como describió Micaela. Sentada en el suelo, mirando hacia la pared sucia, dibujando con el dedo símbolos y cosas raras. Solo movía su dedo en el muro, nada más.

Me acerqué más. Dejé mi bolso en el suelo y coloqué un mechón de pelo detrás de mi oreja. Me coloqué detrás de ella y me agaché.

—Jud… —no me dejó terminar. Me tiró al piso. Estaba encima de mí, su cara estaba muy cerca de la mía, respirando pesadamente. Sus ojos no reflejaban nada. Tenía su mano derecha sosteniendo mis dos manos arriba de mi cabeza y su mano libre la tenía en mi cuello, rodeándolo.

Comenzó a apretar. Me faltaba el aire. Forcejeé, me movía para todos lados. Mi vista se estaba nublando y cada vez se me hacia más difícil respirar.

Unos ladridos de perro se escucharon en la entrada del callejón. Claro que yo los escuchaba lejos, muy lejos. Judie miró hacia los perros.

Policías. Se quitó encima de mí, dejando que respirara. Una bocanada de aire penetró a mis fosas nasales violentamente. Me tomé el cuello con mi mano masajeándolo.

Miré por donde se había ido Judie. Ya no estaba.

Los policías confundidos, se miraban entre sí. Me levanté del suelo pesadamente. Ellos se acercaron a mí.

—Señorita, ¿cómo se encuentra? —Dijo mientras colocaba los dos brazos a sus costados.

—Asfixiada —respondí con dificultad.

—¿Qué sabe sobre la persona que le hizo esto? —pensé en si decirle o no. No sabía qué hacer.

—Nada —dije. Quién sabe por qué hice eso de encubrirla.

—Muy bien. ¿Quiere que la llevemos a su casa? No creo que pueda ir a su destino con este… Incidente.

—Os lo agradecería mucho. Gracias. —Tomé mi bolso del piso.

Ámame antes de matarte (Lesbian) [Concurso]Where stories live. Discover now