Capítulo seis.

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Capítulo seis.

Llegué a casa y mamá estaba leyendo revistas como en la mañana. Como haya leído toda la tarde…

—Hola mamá —dije y fui a darle un beso en la frente. Que tierna soy, joder.

—Hola Sascha. Hey, ¿puedes hacerme un favor?

—Depende.

—Igual lo debes hacer, soy tu mamá y lo que te ordeno lo debes hacer. —Rodé los ojos y bufé.

—Ya dilo.

—Haz mi cama, tu habitación ordénala y arregla el escritorio de tu papá, por favor. —La miré con los ojos abiertos más de lo normal.

—Bueno… —Alargué la “e” y suspiré cansada.

Al menos no tengo que hacer la pieza de mi hermano.

—Ah, y ordena la habitación de tu hermano.

Antes hablo, antes pasa.

— ¿Qué? ¡Es su habitación! No me quiero encontrar con calzoncillos usados tirados por el piso… Que él lo haga.

— ¡Bien! La hago yo… —Dijo rendida—. Dante se va por unas semanas…

— ¿Qué? —Pestañeé sin creerlo. El puto mejor día de mi vida.

—Una gira con su nueva banda, lo aceptaron.

—Lo más sorprendente es que lo dejaste ir.

—Tampoco lo creo yo.

Palmeé su hombro con empatía y me fui a mi habitación. Recordé que hice todo ayer, cuando Mic vino. Fui al closet/cuarto, que para el que no lo sepa, es un cuarto cualquiera, pero pequeñito que se usa de armario o closet. Vi que en el suelo estaban amontonados muchos papeles, papeles y más papeles. Y alguna que otra prenda tirada en el piso, pero es normal, porque claro, es un armario.

Recogí todos los papeles y los introduje en una bolsa plástica. Hice mi cama y ordené un poco mi escritorio. Fui a la habitación de mis padres e hice la cama; mamá solo me pidió hacer la cama, nada más. Ordené el escritorio de papá, que estaba… por no decir horripilante, diré que estaba algo desordenado. Él trabaja en mugre, muy bien, ¿no?

Bajé por las escaleras, tiré la bolsa con papeles al basurero y vi a mamá, leyendo… Adivinad qué. ¡Sí! Revistas.

—Deja de leer esas puñeteras revistas y haz algo productivo, mujer —me crucé de brazos y la miré con una ceja alzada.

— ¿Tienes dinero?

—Eh… Sí, ¿por?

—Préstame y voy a un SPA, necesito relajarme —se llevó las manos a la nuca y se inclinó hacia atrás. Muy bien, mi propia madre pidiendo prestado.

—Ve a caminar y compra ropa. Un SPA es demasiado dinero. Y tú deberías tener.

—Cierto que tengo la tarjeta de Iván… Nos vemos, linda —se levantó del sofá y me dio un beso en la frente. Fue a su habitación y luego volvió con otra ropa, maquillada y con un pequeño bolso de mano. Esa es la magia de la mujer.

—No gastes mucho, ¿sí?

—Cómo crees, hija.

Y salió de la casa. Dios mío la madre que tengo… Fui a mi habitación y casi me da un paro cardíaco del susto.

—Pero qué cojones, Judie… ¿Qué mierda haces aquí?

— ¿No te gusta que te visite?

—No, joder. Es mi habitación, y te puedes hacer daño trepando árboles —me llevé una mano a la cara y me la pasé por la mejilla exasperada.

—Lo hacía siempre cuando pequeña. No me caigo hace… unos 15 años.

—Pero… tienes dieciséis…

—Tengo dieciocho, te lo conté la noche pasada.

Así que no fue un sueño… Joder.

—Lo siento, pensé que era un sueño.

— ¿Crees que etoy en tus sueños? —sonrió de lado.

— ¿No escuchaste? Dije pensé… No ocurrió, no apareces en mis sueños.

—O sea piensas en mí. Claro, piensas que estoy en tus sueños, y piensas en mí. —Sonrió de manera egocéntrica. Ugh.

— ¡Qué bien! ¡Aprendiste a usar la lógica, felicidades! —Dije con sarcasmo. Ella aplaudió contenta.

— ¡Sí! —Rio mientras aplaudía como niña pequeña. Se sentó en la cama y palmeó a su lado para que me sentase con ella. Fui hacia la cama y me senté un poco desconfiada—. Vine aquí por una cosa, bueno… a preguntarte algo.

—Dime.

—Verás… Camille hará una fiesta de esas legendarias del instituto, y… quería invitarte a que fuésemos juntas —sonrió mirando el suelo, avergonzada.

—Solo una cosa, ¿quién es Camille?

—Es la típica chica rica, con los chicos a sus pies y bonita. Solo que yo no la encuentro para nada bonita.

—Hm. ¿Y tú me quieres invitar? ¿A mí?

—Claro está. Por algo te lo pregunto —dijo mientras levantaba la vista y se enfocaba en mis ojos. Me estaba poniendo nerviosa que me mirase de esa forma—. Pero como amigas… ya sabes.

—Pues… Vale. Claro estaba que iba a ser como amigas… Soy hétero —sonreí mirando el suelo. Luego la miré y vi que empuñaba las manos mirando sus pies.

—Claro, yo también… —dijo y rio de una forma incómoda.

— Y… ¿cuándo es la fiesta legendaria? —dije divertida para sacarle tensión al ambiente.

—El lunes en la noche. Sí, es muy mala idea, pero a la cabeza hueca se le ocurrió nada más ni nada menos que un lunes en la noche. El martes, todos estarán como zombies —reí ante su comentario y junté mis manos. Miré hacia donde estaba ella y la descubrí mirándome con... ¿Admiración?

«Qué cosas dices, Sascha. No seas tonta». Le asentí a mi conciencia mentalmente y me concentré en lo que sucedía.

— ¿Qué pasa? —Dije extrañada.

—No, nada. Es que… Nada.

—Vale… —alargué la "a".

Retiró su mirada de mí y se levantó de la cama. Juntó sus manos e hizo una mueca graciosa. La miré sin entender y se dirigió a la ventana.

—Me voy, ya me entró sueño.

— ¿De nuevo quieres salir por ahí? Mamá no está, así que puedes irte por la puerta. No me arriesgaré a que te caigas. —Me miró y se formó una sonrisa dulce en su rostro.

—Me encanta eso de ti —Ladeé mi cabeza para dar a entender que no entendí—. Eres gentil conmigo. Gracias.

—Pues… Eh… de nada, supongo —ella rio suave y salió de mi habitación.

La seguí y me despedí de ella en la puerta principal. Cerré la puerta con llave, regresé a mi habitación y me recosté en la cama. Joder con el día de hoy… Salgo a trotar, me encuentro con Mic, salimos de compras, mi mamá se obsesiona con las revistas y Judie me visita en la noche.

Menudo día, eh.

Ámame antes de matarte (Lesbian) [Concurso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora