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Frank revolvía sus bolsillos una y  otra vez, intentando encontrar algún cigarrillo. Estaba tan nervioso que sentía la necesidad de inhalar la asquerosa nicotina que a veces amaba.

Notó que Gerard lo estaba mirando de reojo, tal vez preguntandose qué buscaba tan desesperadamente. El castaño sacó su pequeña cartera del bolsillo de la chaqueta. Era de color bordó y aterciopelada, con forma de rectángulo.

La abrió y sacó algunos billetes, la mirada de Gerard se corrió hacia otro lugar cuando vió que dentro de la cartera también había preservativos. Para el menor era totalmente normal, por eso no le importó que los viera.

—¿Qué estás buscando?—Frank le prestó atención.

—Cigarrillos, pero supongo que no los traje. Voy a comprar y...¿me esperas un momento mientras fumo?—El pelinegro estaba sorprendido por la naturalidad con la que lo decía, aunque de todas formas siempre veía adolescentes fumando cosas peores.

—Sos menor de edad, no van a venderte.

—Eso es lo que creen todos los adultos—Gerard puso una expresión de asombro, mayormente porque al menor casi se le escapa decir un "viejos" en vez de "adultos", él no hizo ningún comentarios y soltó una risa nerviosa.

Gerard formó una seña con las manos para que lo siguiera, el menor lo hizo sin rechistar. Llegaron a la habitación con techo descubierto, especial para fumar, y el mayor sacó su propia cajetilla de cigarrillos, ofreciéndole uno, después sacó uno para él mismo.

Cuando sacó su encendedor, acercó el fuego hasta el cigarro y éste comenzó a consumirse. Frank levantó su cabeza teniendo ya el cilindro entre sus labios, insinuandole que lo encendiera también.

Apenas unió el fuego con el tabaco, viendo sus labios y sus ojos casi cerrados mirando hacia abajo recordó que acababa de hacerse una perforación, y si recordaba la indicaciones de Bert; no tenía permitido fumar.

Al darse cuenta de eso se alejó bruscamente, lo que asustó a Frank, y también a la señora en la otra esquina de la habitación, que los había estado observando, seguramente porque no tenía nada mejor que mirar.

—No podés fumar—Quitó el cigarrillo de los labios del castaño y luego lo apagó contra los ceniceros. El menor se quejó porque con ese movimiento había rozado su labio lastimado.

—¿¡Y ahora qué pasa!?.

—Bert dijo que no podías, por el piercing—Frank puso sus ojos en blanco, dando a entender que no le interesaban esas indicaciones. Suspiró y se cruzó de brazos, mirando hacia otro lado.—Ademas...¿¡qué hago dándole tabaco a un niño de quince!?.

La mujer adulta a un par de metros de distancia levantaba sus cejas, perpleja, no pensaba perderse ni un segundo de esa situación extraña.

—¡No tengo quince!—La tensión por no saber qué decir se hizo presente, Frank planeaba permanecer así los minutos que fueran necesarios. No entendía en qué momento había terminado molestándose con el hombre que quería tirarse, pero no le resultaba incómodo, sentía que podía tener confianza con él. Parecía que estaba dispuesto a protegerlo, eso en parte molestaba al menor, que no quería ser tratado como un hermano pequeño.—Tengo diecisiete, no tengo la edad de tu hermano. Pero por si no te queda claro, ¡no soy como Michael!, a menos que él también quiera acostarse con vos.

La señora escuchaba todo atentamente, encendiendo otro cigarrillo para disimular, mientras pensaba en lo mucho que iba a reírse más tarde con sus amigas al contarles esa conversación.

—Voy...—Frank esperó pacientemente a que terminara su frase, tenía la intriga de qué respondería, tal vez "voy a irme", "voy a llevarte a tu casa" o la clásica..."voy a decírselo a tu madre".—Voy a ignorar que dijiste eso.

Gerard asintió, como si le estuviese respondiendo a alguien, probablemente confirmandose a sí mismo que había dicho lo correcto.

—Está bien—El pelinegro apagó su cigarrillo, ambos asintieron y sin decir nada más salieron del lugar. Ignorando absolutamente todas las cosas dichas, era algo que el menor agradecía, porque se le había soltado la lengua.

Un momento después de que la puerta fuera cerrada, una mujer se asomó.

—¿Por qué tardas tanto?.

—Creo que tengo material para una novela.

***

Gerard se quedó pensando en las palabras del menor, se sentía tan raro estar en una salida de "amigos" con el amigo de su hermano. En especial si era claro que se estaba insinuando, de todas las maneras posibles.

No tenía ningún problema en interactuar con adolescentes o establecer una amistad con ellos, pero el castaño era diferente, en un momento parecía un perrito mojado y al otro podía estar gritando que quiere llevarte a la cama. Esa idea era simplemente inimaginable, principalmente porque no deseaba meterse con menores. Tomaba como referencia el pensamiento de que un hombre con más de veinticinco quisiera estar con su hermano, y le revolvía el estómago.

—Así que tenes diecisiete—El más abajo asintió mientras lamía el helado de cereza que tenía entre sus manos.—¿No crees que sos muy jóven para decir las cosas que dijiste?.

Frank volvió a poner sus ojos en blanco.

—No—Lamió su helado rápidamente.—¿Existe una edad para empezar a tener sexo?.

—No quise decir eso, podes tener relaciones cuando quieras pero no es muy normal que lo hagas con alguien que es mayor por casi diez años.

—¿Nunca te acostaste con alguien mayor?—Gerard se estaba irritando por la forma despreocupada con la que se lo tomaba Frank, además de sentirse incómodo por estar teniendo esa conversación en una heladería rodeado de muchos niños.

—Sí, pero yo tenía más de veinte.

—¿Cuántos años de diferencia?.

—No sé, tres o cuatro.

—Oh, qué aburrido—El pelinegro no encontraba una manera para hacer que Frank dejara de ser tan desvergonzado, hasta se estaba replanteando si era él mismo quien estaba siendo aguafiestas.

* * *

Hola, sé que es raro y hasta feo que escriba como se habla en Argentina (con "vos") pero no puedo evitarlo, me siento demasiado incómoda escribiendo con "tú". Perdonen que no pueda cambiar eso, tal vez más adelante me anime a escribirlo de esa forma.

Little. [Frerard]जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें