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Gerardway: Hablaba en serio cuando dije que hablaría con tu madre
Podrías pasarme su número?

Frankieromustdie: De verdad crees que voy a dartelo?

Gerardway: Entonces voy a tener que ir a tu casa

Frankieromustdie: Como quieras, no me importa

El menor decidió ser indiferente a esas amenazas por parte de Gerard. Aunque no le agradara para nada la idea de tener a su madre revisando toda su habitación en busca de algún tipo de drogas, o a la psicóloga del colegio haciéndolo escribir idioteces en papeles; con los cuales creía firmemente que prendía la chimenea.

Se sentía bastante agotado por la situación. Gerard comenzó como una travesura en su vida y en ese momento planeaba hablar con su madre debido a su consumo de drogas. Tenía ganas de volver el tiempo atrás y evitar conocerlo, pero también quería tenerlo detrás de él y sentir esa emoción cada vez que estaban cerca.

El menor decidió tirarse a dormir en su sillón, realmente no creía que Gerard fuera a animarse a ir a su casa, así que lo tomó despreocupadamente.

Mientras dormía el claxon de un auto sonó frente a su casa y logró despertarlo, después de fijarse que no era alguien que conocía decidió volver a su vagancia, un poco sorprendido de haber dormido tanto, casi anochecía.

Esta vez decidió buscar a Sweet Pea para acostarse abrazado a ella. Buscó por toda la sala y cocina pero no la encontró, incluso revisó debajo de los muebles, donde le gustaba dormir cuando tenía calor. Subió hasta su habitación y revolvió todos los lugares de allí, lo mismo hizo en el cuarto de su madre.

Comenzaba a desesperarse cuando hizo sonar su juguete favorito y no apareció por ninguna parte. Estaba demasiado nervioso, casi se encontraba llorando, y para ponerlo aún peor sonó el timbre mientras la buscaba en la otra punta de la casa. Su madre aún no llegaría por un taller de su trabajo, según el mensaje que le dejó.

Frank abrió la puerta de una manera violenta y rápida, asustando al pelinegro que esperaba al otro lado.

—¿Qué pa...—Comenzó a preguntar el mayor al ver su rostro y la manera en la que se movía.

—¿Cómo mierda encontraste mi casa?—Gerard ignoró las ganas de decir "lenguaje" al escuchar ese insulto.

—Le pedí la dirección a Mikey.

—Qué hijo de p...—Antes de terminar sus palabras el pelinegro lo interrumpió.

—También es mi madre, no termines la frase. Hablando de eso, ¿puedo hab...?.

—¿Sabes qué?, entra y ayudame a buscar a mi perrita que no sé dónde está—Volvió a interrumpir el castaño, obligándolo a ingresas a su hogar y dejándolo solo en la sala para que buscara a Sweet.

Después de que Frank desapareciera por alguna puerta y se oyeran sonido de cosas cayendose, Gerard decidió ponerse a buscar un poco en la sala, porque no le parecía corrector ir a otras partes de la casa.

—¡Frank!—El menor se asomó de inmediato.—¿Es ella?—La cargó como si fuera un bebé, pero el castaño no tardó en ir a cargarla él mismo y llenarla de besos.

—¿Dónde estaba?—Preguntó alegremente.

—Detrás de la cortina, durmiendo—Gerard acomodó su cabello sintiendose un poco incómodo por el reencuentro emotivo frente a él.

—¿Para qué venías?—Indagó el castaño, dándose cuenta de que seguía allí y no planeaba irse.—¿Ya caiste bajo mis encantos?

—Vengo a hablar con tu madre—Mencionó después de chasquear la lengua ante el comentario inapropiado del menor.—¿Podrías llamarla?.

—Claro, sentate donde quieras, voy a buscarla—Respondió caminando hacia su habitación y cerrando la puerta detrás de él.—Se la creyó—Le murmuró a Sweet Pea, que lo miraba sin entender nada. Abrazó a la perrita y se acostó en su cama, durmiendose en menos de cinco minutos.

Gerard tomó asiento en uno de los sillones, mientras pasaban los minutos se impacientaba cada vez más, cambió de posición sus piernas más de cinco veces. Comenzó a mirar la hora en su celular, dándose cuenta que habían pasado más de quince minutos.

—¿Frank?—Preguntó al aire en un volumen bastante alto, esperando que de esa manera volviera más rápido.—¿Pasó algo?—Pensó que tal vez estaba hablando con su madre, y no quería interrumpir pero había pasado bastante tiempo. Esperó un par de minutos más hasta que superó los veinticinco minutos, no había manera de que se tardara tanto.

Se levantó de su lugar y avanzó un poco por el pasillo, sintiendose un poco cohibido por estar en una casa que no era la suya. Tocó la puerta por la que el castaño ingresó pero no obtuvo respuesta. Insistió una vez más pero tuvo el mismo resultado. Se preocupó un poco por Frank, seguramente le había ocurrido algo y por eso no respodía, pensó el mayor.

—Permiso—Dijo el pelinegro y abrió un poco la puerta, apenas entró no vió casi nada, pero por la luz del pasillo pudo notar que había alguien durmiendo. Tomó su celular y lo agitó un poco para encender la linterna, apenas alumbró la habitación vió a Frank durmiendo.—¡Frank!.

—¿Eh?—Respondió el menor, moviendose un poco, pero no demasiado porque Sweet Pea estaba sobre su pecho.

—¡Todo este tiempo estuviste durmiendo!—Afirmó el mayor alzando su voz, bastante molesto.

—No...—Contradijo, aunque obviamente fuera una mentira.—¡La espantaste!—Agregó enojado después de que su mascota saliera corriendo de su cama.

—No estoy jugando, Frank—Bajó el interruptor de las luces y el castaño se tapó el rostro.—¿Crees que mi tiempo no vale nada?, no me tomes por imbécil.

—Cálmate—Musitó el menor, nunca lo había visto ser tan agresivo, ni siquiera recordaba haberlo escuchado insultar.—Sólo era una broma.

—Tus bromas me tienen cansado, todo el tiempo me envías mensajes molestandome y cuando quiero ayudarte con tu problema, haces esta estupidez—Recriminó, su voz sonaba autoritaria pero no llegaba a un tono muy alto.

—No te pedí que me ayudaras, no necesito nada.

—Cada vez que te veo te estas drogando, ¿te parece normal?, además no parece que estes en tu peso—Frank se mantenía sentado sobre su cama, blanqueaba sus ojos e intentando ignorar todo lo que escuchaba.

—¡No me importa todo lo que digas!—Refunfuñó, lánzandole una de sus almohadas.—Lárgate de mi casa.

—Frank...—El nombrado no prestaba atención, sólo le dió la espalda. Se sentía ofendido, no consumía drogas para molestar a alguien, simplemente quería divertirse y cada vez le daban más ganas de consumir.—No quise hacerte sentir mal—Titubeó al escucharlo sollozar a un volumen bajo

—Preocupate por Mikey, no por mí y deja de fingir que mis problemas te interesan—El pelinegro se sorprendió de escucharlo llorar, no sabía si tratarlo como lo haría con su hermano o dejarlo en paz.

—No estoy fingiendo, me preocupa que un adolescente tenga esos problemas—Gerard se acercó y se sentó también sobre la cama, sacudió un poco el cuerpo del menor.

—No tengo problemas—El mayor le acarició uno de los hombros, intentando consolarlo.—Sí quería tu atención, pero no me refería a esto—Agregó pataleando, desordenando las sábanas.

Gerard sonrió un poco y luego mordió su labio inferior por lo infantil que eso había sido.

—¿Frank?—Murmuró haciendo que el nombrado girara su cuerpo. Se acercó un poco, mientras tocaba su cabello suavemente, el menor no perdió la clara oportunidad que le estaba ofreciendo y desapareció el espacio entre ellos, besándolo lentamente.

Little. [Frerard]Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin