Capítulo 36-. Afire Love.

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«Ayer las cosas estaban bien, entonces el diablo te quitó el aliento, ahora nos quedamos aquí en el dolor, traje negro, corbata negra, parados bajo la lluvia.»

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—¿Por qué estás tan callado? —preguntó la madre de Dongpyo.

Ella estaba sentada en un banco, frente al tocador de su habitación, Dongpyo, parado tras ella, estaba intentado hacerle una trenza. El cabello de su madre era de un espléndido color miel, tan suave y sedoso.
Él levantó la mirada y observó a su madre a través del espejo, ella lo veía también.

—Estoy concentrándome. —respondió.

—Ya veo...—ella sonrió de oreja a oreja, después llevó su mano sobre su cabeza y le tocó suavemente la muñeca a su hijo—. Te amo, cariño.

Él sonrió, bajó la mirada un segundo, sintiéndose tímido, después volvió a verla.

—¿Por qué siempre me lo dices de la nada?

—Siempre debes decirle a las personas que amas, que las amas. —dijo ella dulcemente.

Dongpyo lo pensó un poco, después sonrió, decidió que haría caso a eso.

—Te amo, mamá.

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Dongpyo pensaba, en como el mundo seguía girando, en como todo seguía su curso. Si el cielo estuviera gris, sería tan miserable como él se sentía.

Echó un vistazo alrededor, observó a Bora, la muchacha soltaba silenciosas lágrimas, tenía una expresión afligida en el rostro y se aferraba fuertemente al brazo de Eunsang, quien sólo estaba parado, con la cabeza gacha y la mano libre metida en el bolsillo de su pantalón.
Un poco más allá de ellos, estaban Jinhyuk y Wooseok, ambos parados juntos, hombro contra hombro, observando al suelo.
Dongbin estaba atrás, abrazando al pequeño Jinwoo que no dejaba de llorar, incluso a la distancia, Dongpyo podía escuchar sus sollozos.
Observó a su padre, el hombre tenía los ojos rojos y sus brazos colgaban a sus costados, el tío Lee, que posiblemente era el único familiar que nunca los trató como extraños, le acariciaba la espalda lentamente.

Tres mujeres estaban paradas juntas, abrazándose entre ellas, Dongpyo las reconoció en cuanto las vio, eran amigas de su madre, recordaba que a menudo los visitaban, cuando aún vivían en su antigua casa, la distancia hizo que esas visitas se volvieran difíciles.
Cada una de ellas le besó la frente y lo abrazó, antes de alejarse sollozando.

Dongpyo volvió la vista a su lado, observando a quien le sostenía fuertemente la mano, Seungwoo no lo había dejado solo ni un segundo, manteniéndose a su costado, estaba tan agradecido por ello. El mayor tenía la vista fija al frente, aunque parecía perdido, con rastros de lágrimas en sus mejillas.

Entonces Dongpyo observó al frente, a donde montones de flores se apilaban sobre el suelo, eran flores hermosas, de distintos colores, justo en medio había un gran ramo de flores rosas, un rosa suave y delicado, recordaba esos días en los que su padre llegaba con un ramo igual para su madre. Ella corría desde donde estuviera sólo para recibirlo, después, con suma dedicación, separaba rosa por rosa, para ponerlas en frascos o pequeños floreros con agua, y después esparcirlos por toda la casa, en cada rincón.
«Así podré verlas siempre.» decía ella.

Sonrió al recordarla, su sonrisa brillante y rostro alegre, entonces la cruda realidad cayó sobre él, rotundamente y de la forma más dolorosa.
Ella se había ido, para siempre.
No volvería a abrazarla, a ver su sonrisa, a escucharla cantar...ella no estaría más.
Fue como si al fin entendiera todo lo que había a su alrededor, por qué estaban parados en ése lugar, lo que pasó antes, lo que había escondido bajo ése montón de flores sobre el suelo.

Apretó la mano de Seungwoo fuertemente, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas, la realidad era innegable, pero él no quería aceptarla.
Soltó la mano de su novio y se dio la vuelta, dándole la espalda a todos, entonces echó a andar, no podía quedarse ahí más tiempo, no podía.
Entonces la vio, a través de su visión borrosa por las lágrimas, por un segundo, creyó que era su madre, pero eso obviamente no era así.
La mujer caminaba por el pequeño sendero, en su dirección, llevaba un gran abrigo negro y en su mano un ramo de flores blancas, su cabello color miel lucía algunas canas y su rostro mostraba una expresión cansada, era como ver a su madre unos años mayor, los ojos, la mueca en la boca...

Se detuvo, entonces una mano le tocó el hombro, su padre llegó tras él, parándose a su lado.
La mujer detuvo su andar frente a ellos, después extendió una de sus manos, su padre dudó, pero tomó la mano de la mujer y después la abrazó, aunque no parecía ser un abrazo amistoso, había cierta tensión ahí.
Cuando se separaron, ella dirigió la mirada a él, se acercó y le acunó el rostro entre las manos.

—Te pareces tanto a ella...—dijo, lucía triste.

Dongpyo no sabía quién era, ni de qué hablaba, cuando la mujer lo abrazó, se quedó quieto, sintiéndose tan ajeno.
Ella se soltó a llorar, primero suavemente, después con dolor y desespero.

—Lo lamento tanto...—decía entrecortada—. Por todo.

Cuando lo soltó, le tocó el rostro con la mano temblorosa, después se alejó. Dongpyo giró y la observó acercarse al montón de flores, después la vio tirarse de rodillas en el suelo.
Entonces recordó una foto que su madre le enseñó hace unos años, la foto de sus padres. Nunca supo cómo se alejaron, pero al escuchar a la mujer llorar tan desesperadamente, supo que lamentaba todo.
Tuvo el pequeño impulso de acercarse a ella y consolarla, decirle que nunca fue olvidada. No lo hizo.

Dongpyo dirigió la mirada a Seungwoo, quien yacía parado mirándolo de regreso, estiró su mano y el mayor no dudó en acercarse y tomarla. Se miraron unos segundos a los ojos, como intentado comunicarse sin palabras, entonces el mayor asintió.

—Hijo, ¿estás bien? —preguntó su papá.

—Estoy bien...—dijo Dongpyo, girándose para ver al hombre—. Voy a casa.

Su papá lo observó detenidamente, después a Seungwoo, finalmente soltó un suspiro.

—Muy bien.

Durante el trayecto a casa, Dongpyo se la pasó mirando por la ventana del auto de Seungwoo, intentaba llevar la cuenta de las personas que pasaban. Por un instante, se sintió como un día cualquiera.

Cuando entraron a la casa, se sintió tan cálido como siempre, como si el tiempo no hubiese pasado. Mientras subían las escaleras, observó las fotos en las paredes, en el pasillo rumbo a su habitación...ahora podía entender más el por qué estaban ahí. Entró a su habitación, siendo consiente que Seungwoo lo seguía, se aproximó inmediatamente al baño y cerró la puerta tras él.
Apoyó una mano en el lavabo y abrió el grifo, se mojó la cara, después se miró en el espejo.

Odió lo que vio, se sintió furioso y triste. No quería volver a verse así, a sentirse así.
Salió del baño. Seungwoo estaba parado, balanceándose un poco con las manos en los bolsillos, sin pensarlo demasiado, fue a él y lo abrazó. El mayor estaba sorprendido al principio, después lo rodeó con los brazos y le dejó un beso en la coronilla.

—Seungwoo... —murmuró Dongpyo—. Si planeas alejarte de mí, por favor, hazlo pronto.

Seungwoo hizo una mueca, negando con la cabeza, como si simplemente pensar en esa posibilidad fuera desagradable.

—Bueno, si te soy sincero. —dijo, lentamente, intentado que sus palabras fueran claras—. No planeo alejarme de ti nunca, si es que es posible.
















Intento darle un buen cierre a algunas cosas :c

Gracias por leer uwu🌷

Be Positive. [SeungPyo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora