Capítulo Catorce

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CAPÍTULO CATORCE| SLEEP

HABÍAN PASADO VARIAS SEMANAS, había durado noches enteras despierta pensando y luego al día siguiente me quedaba dormida en clases, era un círculo vicioso que me estaba matando más rápido que mi propia enfermedad

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HABÍAN PASADO VARIAS SEMANAS, había durado noches enteras despierta pensando y luego al día siguiente me quedaba dormida en clases, era un círculo vicioso que me estaba matando más rápido que mi propia enfermedad.

¿Se le podía llamar así?

Los otros niños habían muerto por fallos en su organismo, así que podría decirse que yo estaba enferma. Creo.

Había dado mi mayor esfuerzo por hacer como que todo estaba bien pero no lo estaba, me gustaba creer que la gente no lo notaba pero una parte de mi sabía que ellos dudaban aún así nadie sentía la suficiente curiosidad por mi para preguntarme si estaba bien.

Termine de cepillarme mi cabello y me acomode la falda del uniforme para luego bajar las escaleras. Todos estaban ahí desayunando como de costumbre, los salude y nadie respondió más que Bambi.

Comí lo más rápido que pude, levante mi rostro mirando hacia una ventana que daba a el patio, el perro de Damián, Titus estaba afuera jugando con una vaca, sonreí al verlos.

—¿Cómo amaneciste?—Pregunto Bambi relajada.

—Bien, he tenido montones de tarea así que le he desvelado un poco pero no es nada que no pueda soportar—sonreí un poco más— ¿Tu que tal?

—De maravilla, he dormido como un koala.

Luego de eso volví a subir para lavarle los dientes, cuando me enjuague la boca me tome el tiempo de mirarme en el espejo, no me veía mal, tenía bastante maquillaje en mi rostro cubriendo mi mal sueño, en realidad me miraba normal, como si no estuviera medio muerta.

Tome mi mochila y me la puse en la espalda, luego baje las escaleras, salí hacia el porche donde Alfred me esperaba para llevarme a el colegio.

Una vez en el asiento del copiloto prendí la radio en una estación donde estaban pasando música moderna, a veces me preguntaba si a Alfred le gustaba la música que yo ponía.

—Buenos días, señorita Audrey.

—Buenas, Alfred—respondí más simple, ya le tenía confianza y viceversa pero el de mantenía serio y formal.

Siempre manteníamos pláticas simples, yo solía contarle sobre mi día a día y el me contaba sus recuerdos de cuando era joven, me gustaba la amistad abuelo-nieta que ambos manteníamos, desearía tenerle la suficiente confianza para poderle contar todo pero me recodaba que al final el siempre le sería fiel a Bruce, si yo le contaba lo que sabía probablemente el se lo diría y no quería meterme a mi o a Jason en más problemas.

Me despedí y me baje del automóvil caminando hacia la entrada de la escuela, el cielo estaba levemente nublado dándole un aire nostálgico a la ciudad de Gotham, no me disgustaba pero me hacía sentir extraña.

𝐈𝐍𝐍𝐎𝐂𝐄𝐍𝐓,     damian wayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora