Audrey no es muy bonita, interesante o inteligente. En realidad podría decirse que es una joven bastante común y aburrida lo cual nunca le causó ningún tipo de problema.
Pero detrás de toda esa fachada de tranquilad hay una maraña de problemas que...
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Eloise no se iba a tragar el cuento de Audrey tan fácilmente, no creía en verdad que la hubieran trasladado a otro estado para unos análisis, no podía aceptar el hecho de que después de encontrar una amiga como se ella de repente solo se fuera.
Ella siempre había sido una niña expresiva pero era difícil para ella sentirse querida por alguien tan genuinamente. Siempre buscaba estar acompañada, prácticamente le rogaba a las personas que no la abandonaran, se esforzaba demasiado por ganarse el cariño de los demás y aun así al final del día terminaba por sentirse relegada.
Sabía que quizá Audrey no la había abandonado por su propia voluntad, sabía que estaba pasando por un momento difícil pero no entendía por que no dejaba que la ayudara, ella quería estar ahí, aunque sea solo para acompañar a su amiga.
Se levantó de su cama y tomó una ducha, después de salir se había puesto un conjunto sencillo que constaba de unos pantalones negros, un suéter gris junto a un saco color negro y una mochila color beige, después recogió su cabello en una trenza y salió al porche en donde la estaba esperando un taxi.
Se subió y después de media hora había llegado a su lugar de destino, la gran mansión en la que Audrey se había hospedado los últimos cuatro meses.
El cielo estaba nublado como de costumbre, el frío invernal de diciembre era notorio, incluso podría decirse que unos días era muy probable que nevara pero por alguna razón el ambiente en vez de sentirse navideño se sentía vacío.
Eloise no era una gran fanática de las fechas festivas pero esta vez estaba un poco entusiasmada ya que había planeado una reunión con todos sus amigos, ya había incluso conseguido los regalos. Pero estaba consiente que Willow y Jade a veces tendían a dejarla plantada y no por que fueran malos amigos si no que ambos tenían familias bastante estrictas que solían jugarles malos trucos de último momento. Entonces su única opción había sido Audrey pero ahora que ella se había ido comenzaba a sentirse sola de nuevo.
Bajo del taxi pagándole al conductor el cual arrancó dejándola enfrente de las grandes rejas, tomó un respiro antes de presionar el timbre. Al cabo de unos minutos puedo ver como el mayordomo que siempre llevaba a Audrey a su casa abría la puerta y caminaba hacia ella.
—¡Soy Eloise, amiga de Audrey!—gritó la chica cuando el hombre estaba a una distancia considerable.
Cuando Alfred llegó hasta ella abrió las rejas.
—No se si me recuerde, usted llevo a Audrey algunas veces a mi casa y yo vine una vez aquí hace varias semanas—hablo la chica de nuevo.
—Claro que la recuerdo, usted solía ser la amiga más cercana de la señorita Audrey—Replicó.
Eloise le dio una sonrisa pequeña, recordando algunos momentos en donde había llegado a saludar a Alfred cuando recogía a Audrey de su casa.
