Capítulo Diecisiete

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CAPÍTULO DIECISIETE| THE LAST DAY

PASARON UN PAR DE DÍAS, todas las pruebas que me habían realizado habían salido bien, no había ningún fallo o algo fuera de lo normal en mi lo cual en vez de tranquilizarme me hizo ponerme aún más nerviosa

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PASARON UN PAR DE DÍAS, todas las pruebas que me habían realizado habían salido bien, no había ningún fallo o algo fuera de lo normal en mi lo cual en vez de tranquilizarme me hizo ponerme aún más nerviosa.

¿Cómo podíamos curar algo que ni siquiera podíamos ver o detectar?

Aún así me habían hecho algunos exámenes psicológicos que habían revelado el hecho de la razón por la cual me había desmayado, un ataque de pánico. Así que me habían agendado con un psicólogo para que no se repitieran ese tipo de situaciones hasta volverse recurrentes.

Y sin más que examinar decidieron mandarme a la mansión de nuevo, me habían recetado vitaminas pero solo eso.

Termine de secar mi cabello y ya tenía puesta mi pijama, eran las ocho de la noche en pleno jueves así que tenía que dormirme temprano para ir a la escuela mañana pero antes me había propuesto hacer una cosa.

Mire el reloj de mi habitación que marcaba las diez de la noche, salí de mi habitación hacia el pasillo, tenia una hoja doblada mi mano derecha y mientras daba pasos mis pantuflas de tortuga hacían pequeños ruidos ya que el pasillo se encontraba silencioso. Camine hasta llegar a una puerta de madera cafe, sencilla, como todas las demás puertas en esa casa.

Toque con mi puño cerrado y espere, un par de minutos quizá, hasta que por fin el poseedor de la habitación abrió.

Tenía su cabello negro azabache levemente despeinado, su pijama negra de dos piezas se veía pulcra pero sus pies estaban descalzos haciendo que se viera un poco informal, de igual manera seguía luciendo bien.

—¿Audrey?

Pregunto con una ceja levantada, era obvio que no esperaba verme, ya éramos amigos pero eso no significaba que pasáramos mucho tiempo juntos, nuestras actividades compartidas se limitaban a el dándome información y yo tratando de ayudarle, aunque también compartíamos pequeñas conversaciones que se basaban prácticamente en yo contándole cosas y el respondiendo ocasionalmente.

Levante mi mano derecha, sonreí, desdoble la hoja y se la enseñe como cuando los niños pequeños le enseñan sus feas creaciones a sus madres, esperaba que el se comportara como una madre orgullosa lo haría.

—Aprobé el examen de química—dije mientras mi sonrisa se volvía más grande y emocionada, estaba feliz.

El profesor había venido a casa personalmente para aplicarme el examen esta mañana y aquí mismo lo había revisado, al final no cabía duda que los Wayne tenían bastante influencia.

𝐈𝐍𝐍𝐎𝐂𝐄𝐍𝐓,     damian wayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora