Capítulo Treintaitrés

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CAPÍTULO TREINTAITRÉS| HEAL

HABÍAN DEMASIADAS DUDAS flotando alrededor de nosotros, si fuera una competencia en ver quién tenía más preguntas probablemente ellos ganarían pero sin duda yo no me quedaba atrás

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HABÍAN DEMASIADAS DUDAS flotando alrededor de nosotros, si fuera una competencia en ver quién tenía más preguntas probablemente ellos ganarían pero sin duda yo no me quedaba atrás.

Tenerlos enfrente de mi se sentía irreal, aun pensaba despertaría de un sueño pero sabía dentro de mi ser que eso no iba pasar, de verdad estaban aquí a unos pasos de distancia después de tanto tiempo.

En mi tiempo de estadía en el psiquiátrico había aceptado que no los volvería ver de nuevo, a ninguno de ellos y había aprendido a vivir con esa idea, estaba dispuesta a comenzar de nuevo y sin embargo volvían a encontrarme una vez más.

No era que no quisiera verlos, sin duda estaba agradecida de tener la oportunidad de poder hablar con ellos de nuevo pero eso significaba que aquel capítulo de mi vida se volvía a abrir, los hilos con los que había cosido mis heridas comenzaban a soltarse y todo el dolor que había sido enterrado se arrastraba hacia la luz.

Era un sentimiento ambivalente pero no podía evitarlo, tenía que tratar de darle sentido a todo esto y salir adelante de nuevo.

Pensándolo un poco más, esto pudiera ser el cierre oficial. Podría por fin explicarles todo, darles una despedida decente en vez de solo desparecer de la nada como lo había hecho en dos ocasiones anteriormente.

—Pueden sentarse si gustan, espiarme todo el día debió ser agotador.

No hable en un tono altanero pero sin duda no me gustaba la idea de que hubieran invadido mi privacidad, pudieron haber tocado la puerta como personas normales y decirme con toda la confianza del mundo "Sabemos que no moriste".

Bueno, quizá no hubiera sido tan sencillo pero aun así pudieron haber elaborado otra idea menos extraña y mucho menos incómoda, después de todo eran personas inteligentes y creativas.

Ambos chicos se dieron una mirada de reojo y luego procedieron a sentarse en uno de los sillones, aun estaban desconfiados pero apreciaba el hecho de que no me hubieran gritado o atentado en contra mía.

—No tengo café pero si quieren puedo ofrecerles un té—hable y ambos se quedaron callados, seguramente no esperaban mi actitud tan indiferente—Escuchen solo trato de hacer todo esto menos incómodo y extraño, se que no es una situación normal pero creo que las cosas fluirán mejor si no actuamos como completos desconocidos porque no lo somos.

—Si lo somos—replicó Eloise—Está en la primera vez que nos vemos en dos años, has cambiado y nosotros también, las cosas no siguen iguales, ya no tenemos quince o dieciséis años.

𝐈𝐍𝐍𝐎𝐂𝐄𝐍𝐓,     damian wayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora