V. Maldición

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—Te amo, Emma. —Regina besó los labios de su futura esposa con ternura.

—¡Pero que empalagoso! —Un humo violeta se hizo presente para después dejar ver a la Reina Malvada—. Que bajo has caído, Regina. —La reina sonrió socarrona.

Regina, por reflejo, se puso delante de Emma, en un intento de protegerla.

—¿Gina? —Emma murmuró con miedo.

—¡Oh! ¡Regina! ¿Acaso no les has contado? ¿Ellos no son tu familia? —La reina dijo sin perder su sonrisa—. ¡Oh! Espera... Ni tú lo sabes. —La sonrisa de la mujer se ensanchó más, luego fijó su mirada en Henry y le guiñó un ojo—. Hola, hijo.

—¡Él no es tu hijo! —Regina gritó enfurecida. Con un rápido movimiento de mano, la pelinegra atrajo a Henry contra ella, protegiéndolo al igual que a su novia—. ¿Quién demonios eres?

—Regina. ¿Lo dices en serio? Soy tú, tu parte más fuerte e inteligente. En cambio tú, eres la débil de las dos. Pero quieras o no, somos la misma persona.

—¡Es imposible lo que estás diciendo! —Snow gritó, el pequeño Neal se removió incómodo entre sus brazos. Los ojos oscuros de la Reina Malvada se clavaron en la muchacha.

—Snow... —La Reina Malvada dijo con voz amarga, una voz que puso en alerta a todos—. Estás de suerte hoy, Snow. Porque, por ahora, no vengo por ti. —Desvió la mirada a Regina—. ¿Sabes, Regina? Tú y yo no podemos estar en un mismo espacio temporal.

—Es imposible que tú y yo seamos la misma persona. ¿Quién eres? ¿Vienes del pasado acaso? —Regina intentaba encontrar una explicación lógica pero no la encontraba.

—No, Regina. No soy del pasado ni nada de eso. Tú quisiste deshacerte de tu lado oscuro y te inyectaste un suero, liberándome, luego me arrancaste el corazón y lo hiciste cenizas. Creyendo así que te liberarías de mí, de tu mejor parte. Pero no, querida. Aquí estoy. —Emma clavó sus ojos en Regina. ¿Aquello era verdad?

—¡Jamás hice eso!

—Oh, sí que lo hiciste. Pero no lo recuerdas. —La Reina Malvada miró a Henry divertida.

¿Podía ser posible que Regina haya hecho eso en el mundo real? Y que, por alguna razón que Henry desconocía, la Reina Malvada sí tenía memoria y sabía muy bien lo que estaba pasando. El chico ya no sabía qué pensar.

—Es mentira. —Regina dijo, sintiéndose como león enjaulado. No quería hacer nada que pudiera afectar algún ser querido.

—Regina, querida. Créeme,  no me voy a mentir a mi misma. —Bromeó con acidez en su voz—. Ahora Regina, ponte a dormir—. La mujer dio un suave movimiento con su mano, creando un polvillo y sopló en dirección a Regina, haciendo que ésta cerrara sus ojos, Emma la agarró al momento evitando que su novia cayera al suelo.

Un nuevo humo apareció en el lugar, dejando ver momentos después a Rumplestiltskin

—Vaya, vaya... El que faltaba, la cereza del postre. —La Reina Malvada dijo, elevando sus manos.

—Hola, querida. —Rumple dijo con la mirada seria—. Te he enseñado muchísimas cosas, lo recuerdas ¿No?

—Claro que sí, corazón. —La Reina Malvada se acercó al hombre.

—Y recordarás muy bien que, una de las cosas que te enseñé, fue a no tomar nada que me perteneciera ¿No? —Rumple alzó su mano derecha y la cerró apenas, haciendo que la Reina Malvada comenzara a quedarse sin aire—. ¡Nadie le roba a Rumplestiltskin! ¡Nadie! —El hombre apretó más el agarre y luego movió su mano derecha al costado izquierdo, haciendo que la bruja se estrellara contra la mesa más cercana.

El Sueño de Henry - SwanQueenWhere stories live. Discover now