XXXII. Cobardía

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Emma y Regina caminaron por la playa en silencio. Las olas golpeaban la arena con serenidad a la vez que el viento soplaba suavemente.

—Gracias, Regina. —La rubia comenzó. La otra la miró, sin entender—. Por estar aquí.

—Oh, no es nada. Siempre estaré junto a ti, Emma, para lo que necesites. Además, no puedo estar sin ti allí en Storybrooke. Snow White terminará por enloquecerme. —Regina respondió divertida.

—¡Oh! ¡Ya lo imagino! Igualmente, Snow puede llegar a enloquecer a cualquiera. —La sheriff contestó, haciendo reír a la ex reina.

—Lo sé, Emma, créeme que lo sé. —Ambas se miraron divertidas.

Antes de que la rubia pudiera contestar, la playa comenzó a agrietarse—. ¿Qué demonios?

—No lo sé, dímelo tú, es tu mente. —Regina tomó la mano de Emma para evitar caerse.

La playa se esfumó y dio paso a Storybrooke. Ambas mujeres fruncieron el ceño hasta que se encontraron con la imagen de una Emma más joven y un Henry de diez años.

—¿Qué? —Emma susurró a la vez que su versión del pasado se despedía de Henry—. Es el día que intenté irme de Storybrooke, bueno, la primera vez.

Las dos siguieron de cerca como Emma se subía al escarabajo amarillo y, minutos después, chocaba contra el cartel de «LEAVING Storybrooke»

—Ese día intentaste irte, pero tu destino estaba allí; En Storybrooke. —Regina sonrió. Pero, para la rubia, aquel recuerdo solo le traía amargura; Ese día había sido una cobarde.

El panorama cambió violentamente, Storybrooke quedó atrás y Neverland apareció.

—¿Qué hacemos aquí? —Regina preguntó. Al no obtener respuesta, la ex reina clavó su mirada en la rubia—. ¿Emma?

—No sé si quiero continuar viendo estos recuerdos. No sé si quiero que tú los veas, Regina. —La voz de la sheriff tembló, se sentía agobiada.

—Emma, ¿Por qué lo dices?

—Porque ya sé por donde va mi puta mente. —Murmuró a la vez que delante de ellas aparecían sus versiones pasadas junto a Snow White y un niño perdido de Nunca Jamás 

—¡Ya es muy tarde! ¡Henry es un niño perdido ahora! ¡Tu hijo es el recluta más perverso que hemos tenido en años! —El chico exclamó a la vez que Emma lo agarraba de su ropa.

Snow se acercó a Emma y lo alejó del chico.

—No dejes que te afecte. —Dijo Snow mientras sostenía a Emma.

—Muévanse. —Regina tomó la delantera, furiosa de esperar.

—¿Para qué? —Preguntó Snow, alarmada.

—Para arrancarle el corazón. Así hará exactamente lo que queramos. —Contestó la Regina del recuerdo, con cierta perversidad. La Regina del presente bajó la mirada; ¿Acaso por eso Emma le dijo que no quería que ella viera sus recuerdos? ¿Emma le tenía miedo?

—Así no hacemos las cosas. Encontraremos a Henry de otra forma. —Contestó Snow, segura.

—¿De verdad? —Regina preguntó retóricamente—. ¿Tú qué dices, Emma? —La rubia se tomó varios segundos para responder pero, finalmente, dijo:

—Que tenemos que hablar con nuestro hijo. —Regina sonrió de lado ante la respuesta a la vez que Snow se alteraba.

—No podemos hacerlo. Es cruel. —Snow habló intentando frenar a Emma. Ésta la tomó de los brazos y la alejó.

El Sueño de Henry - SwanQueenWhere stories live. Discover now