XXX. Vuelve A Mi, Emma

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—¡Emma! ¡Emma! —Regina corrió hacia su novia con rapidez—. ¡Swan! ¡Responde! —La ex reina se agachó frente a la sheriff y comenzó a sacudirla pero ésta no respondía—. ¡Swan! —Volvió a gritar, pero no obtuvo respuesta.

—Mamá. —Henry se acercó a la pelinegra y tomó su mano—. Mamá. —Repitió al ver que Regina no reaccionaba.

Tras gritar reiteradas veces el nombre y apellido de Emma, Regina enmudeció. Arrodillada frente a su amor, la ex reina se mantuvo con la mirada fija en la otra, sin inmutarse.

—Regina... —Gold se acercó con precaución, tras agarrar su daga—. Hay que llevarla a mi tienda, para ver qué sucede con ella. —La mujer no respondió.

Gold y Henry se miraron; Sin decirse palabra alguna, como si de una conexión mental se tratase, abuelo y nieto se entendieron. El Oscuro envolvió a la pareja en su característico humo y los tres reaparecieron en su tienda. Por otra parte, Henry corrió hacia la casa de sus abuelos para avisarles lo que había sucedido, los Charmings se encontraban preparando para volver a la batalla, pero ya era tarde.

—Bueno, ¿Y ahora qué? —Preguntó Merlin.

—Ustedes dos ya hicieron suficiente. —Zelena dijo malhumorada, alternando su mirada entre el mago y la Diosa—. En caso de necesitar su ayuda, lo cual dudo, yo les avisaré. 

Y sin más decir, Zelena se esfumó de allí. La mujer quería estar junto a su hermana, pero dudaba de que Regina la recibiera con los brazos abiertos. Si quería ganarse la confianza de la mujer, debía hacerlo de a poco.

Atenea y Merlin se miraron fijamente. La Diosa se encontraba satisfecha: Habían derrotado a su hermano y aliados. Si bien le dolía haber perdido a Enio, su ex amante, la satisfacción vencía aquella tristeza.

Merlin también gozaba de cierta alegría: La profecía, finalmente, estaba cumplida. Emma y Regina habían logrado vencer un mal después de que su amor naciera. Un mal de los muchos que vendrían. El mago creía firmemente en que Emma estaría bien ¿Pero lo estaría?

.

Una vez Gold apareció en su tienda, fue recibido por una preocupada Belle.

—¡Rumple! ¡Dios, Emma! ¿¡Qué ha pasado!? —La muchacha vio a Emma tendida en la cama a la vez que Regina, saliendo apenas de su estado de shock, corría a tomar su mano.

—Hemos vencido a Ares y sus aliados, pero Emma... No sabemos que sucede con ella. —El hombre miró de reojo a su ex alumna, esperando una reacción que nunca llegó.

—Vale, Regina, tranquila. Ya mismo nos ponemos a buscar una solución. —Belle intentó mostrarse optimista. 

La muchacha se alejó de allí, dejando tras ella un silencio abrumador.

—Rumple, ¿Qué demonios tiene? —Regina habló, minutos después.

—Ella ha consumido demasiada energía, Regina. Pero- pero no sé, no pareciera un simple desmayo.

La mirada de la pelinegra se clavó en El Oscuro.

—¿Qué quieres decir?

—¡¡Emma!! ¡¡Emma!! —La voz de Snow interrumpió la conversación.

La mujer se adentró en la tienda a toda velocidad, sumamente angustiada. Snow empujó, sin darse cuenta, a Regina y se agachó delante de su hija.

—Hija, mi amor, perdónanos. David estaba muy mal y- y estábamos preparándonos pa- para volver a luchar j- junto a ti. Dios, Emma, te hemos defraudado. —Snow sollozó.

El Sueño de Henry - SwanQueenWhere stories live. Discover now