XXVI. La Poción

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Regina no había podido dormir en casi toda la noche. Su cuerpo abrazaba a Emma por detrás con suma ternura, en un gesto de protección. La ex reina, durante la noche, memorizó un sinfín de hechizos que podrían ayudar a debilitar a los Dioses. Regina imaginó en su cabeza distintos escenarios posibles donde su hijo y novia corrían peligro, imaginó esos escenarios y las formas probables de salvarlos.

Emma, aún dormida, dio media vuelta y se abrazó a la cintura de la otra. La rubia descansó su cabeza en el pecho de Regina y ésta apretó el agarre, abrazándola con fuerza.

—Te amo, Emma. —Susurró Regina, sabiendo que la sheriff no la estaba escuchando.

La ex reina recordó todos los momentos vividos junto a Emma: Su odio hacia la salvadora, su confusión hacia ella, su atracción, su amor...

—¿Mmm? —El murmullo perezoso de la rubia sacó a Regina de sus pensamientos—. ¿Gina? —Emma envolvió sus piernas a las de la otra mujer y se abrazó aún más a ella.

—Buenos días, Swan. —Regina habló bajito para luego darle un beso en la cabeza.

—¿Qué hora es? 

—Un poco menos de las nueve. Deberíamos levantarnos, Emma. —Ésta negó.

—No quiero. —La sheriff murmuró sobre el cuello de la otra, provocándole un pequeño escalofrío.

—Debemos, Swan. Tus padres nos esperarán antes de las once para reunirnos. —Regina suspiró—. Merlin y Atenea están preparando una poción que podría llegar a debilitarlos.

Emma, al oír a su novia, se alejó de ella y se sentó en la cama.

—¿Una poción? ¿Cuándo decidieron hacerla? ¿Por qué no nos avisaron? —La sheriff preguntó rápidamente.

Regina tomó a la otra de la mano y la tiró contra ella, volviendo a la posición anterior.

—Anoche, antes de acostarme, me comuniqué con Atenea. Me habló de esta posibilidad de crear una poción. Estuvo trabajando toda la noche con Merlin. Yo iré a ayudarlos en unos momentos más, no tenemos mucho tiempo.

—Al menos desayuna con Henry y conmigo, por favor. —Emma pidió—. Después vas con ellos.

—Está bien. —Regina se acercó a la rubia y besó sus labios con suavidad—. Te quiero, Swan.

—Y yo a ti, Regina. —Emma se sentó a horcajadas de la pelinegra y la besó nuevamente.

.

—Hey, mamás. —Henry se adentró en la cocina. Emma se encontraba sentada mientras que Regina se servía café.

—Hijo, te hice chocolate caliente con canela. —Habló la pelinegra.

—Gracias, mamá. —El chico le sonrió a su madre y se sentó al lado de Emma.

A pesar de que en pocas horas estarían enfrentándose a Ares y sus aliados, el ambiente era acogedor.

Minutos después, cuando ya estaban terminando de desayunar, Regina bebió lo último de su café y se levantó de la silla.

—Emma, Henry, debo irme ¿Vale? —Dijo acercándose a su hijo—. Te quiero, mi amor. —La pelinegra besó la frente de su hijo y se acercó a su novia—. A ti también te quiero, Swan. —La mujer dejó un beso en los labios de la otra.

—Gina... —La voz de Emma flaqueó. ¿Por qué parecía que Regina se estaba despidiendo?

—Me reuniré con ustedes más tarde. Seguramente iré con Merlin y Atenea. Le avisaré a Rumple cuando debe ir, no quiero que haga de las suyas sin mi presencia. —La mujer resumió rápidamente—. Los quiero. —Regina le sonrió a sus dos amores y, tras un humo dorado, se alejó de allí.

El Sueño de Henry - SwanQueenTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon