La sangre comenzó a salir por mi nariz como si realmente se me hubiese roto algo vaso. Era gracioso, no sentía ni dolor ni nada, solo veía como chorreaba por mis fosas nasales.
- Es tan extraño – reí.
- ¿No te sientes mal? - preguntó Fred, pues George tiene una cicatriz en la ceja.
- Para nada – volví a soltar otra risa.
- Esa risita no me convence, Fred – dijo George sonriendo divertido pero intrigado. Por alguna razón su cara me dio risa.
- Intenta no reír, Callie – pidió Fred.
- De acuerdo – dije y me dispuse a controlarme. Respiré profundamente, inhalando y exhalando como me había dicho Sirius, pero cuando parecía que lo estaba consiguiendo, volvía a lanzar otra risa. Para mi suerte no era un risa escandalosa y estridente, era sutil, pero me hacía sentir estúpida.
- Muy bien, supongo que nos hemos pasado con algo – dijo George anotando algo en un pergamino, supongo. Solté otra risa.
- Descuida – dijo Fred sacando de su bolsillo una pastilla morada – toma, esto cortará la sangre y las risas.
Sin farfullar tome la pastilla que Fred me entrego con un poco de dificultad ya que la risa se volvía descontrolada. Luego de tragarla, a los segundos el ataque ceso dejándome la huella de una sonrisa en los labios. Fred rió levemente al verme.
- Lo siento – dije enrojeciendo.
- No te preocupes, tienes linda risa.
Eso me sirvió para enrojecer más de lo que ya estaba. Llevaba un par de días viviendo aquí, pues ese tal Albus no aparecía aún, y solía estar la mayor parte del tiempo con los gemelos, que ya puedo reconocer, o con Sirius. Fred era quien más trataba de hacerme sentir cómoda en la casa, George solo lo acompañaba. Harry, Ron y Hermione estaban cada uno en su propia burbuja, se juntaban solamente entre ellos tres y tal vez compartían con los demás Weasley, casi no compartían palabra conmigo y no los culpaba, las veces que me hablaban no hacía más que responder en monosílabos. No lograba tomar confianza con ellos, solo podía hablar sin ponerme nerviosa con Sirius.
- ¿Para qué sirven esos dulces? - pregunté tratando de despistar mi incomodidad, mirando para otro lado. Ava estaba allí sonriendo, hace mucho no sonreía.
- Te enferman para poder saltarte las clases cuando no tienes ganas de soportar alguna – explicó el pelirrojo del lunar.
- No gravemente, claro. Solo lo suficiente para salir del salón, cuando estás afuera te comes la pastilla morada y vuelves a estar bien – continuó George.
- Es... interesante – comenté volviendo a poner la vista en los gemelos - ¿cómo lo hacen?
Fred y George compartieron una mirada cómplice seguido de una sonrisa maliciosa.
- Es un secreto nuestro, querida Callie – dijo Fred.
- Pero tal vez podríamos decirte la formula principal de todo – continuó George.
- Es sencillo, es magia.
Magia. Esta era una casa de magos y nadie podía negarlo. Usaban magia para limpiar, para cocinar, para moverse de un lugar a otro, pues Fred y George aparecían y desaparecían de todas partes, incluso usaban magia para cosas tan simples como atraer a ellos mismo una botella de esa tal cerveza de mantequilla.
- Y las venden – dije solo por decir algo.
- Así es – afirmó George.
- Pero a ti te los dejamos a gratis, linda Callie – Fred guiñó un ojo haciendo que nuevamente enrojezca. Supongo que soy muy propensa a sonrojarme y me enteraba ahora, realmente lo detestaba.
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La maldición de Callie || Draco Malfoy y tu.
FanfictionCallie Baltimore es una chica asustada. Nunca ha conocido lo que significa una buena vida hasta que escapa al mundo real, al mundo ajeno a lo que ella siempre conoció y descubre que los perros pueden hablar, que la magia existe, las bromas hacen fel...