Capítulo 20: Hogar, dulce hogar.

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- Ya no llores, Callie – dijo Hermione sobándome la espalda – Debemos ir a clases.

- No quiero ir a clases – dije sorbiendo por la nariz – Di que estoy enferma o algo.

- Si bien creo que el que te rompan el corazón duele, no creo que sea motivo para faltar – dijo ella duramente. Giré sobre mi espalda para verla, tenía el ceño fruncido y cuando me vio se aflojó un poco – Diré que estás resfriada.

- Gracias – dije volviendo a ponerme boca abajo mientras que Sir Cardigan subía a la cama para acomodarse junto a mí.

- Solo baja a comer algo luego, ¿de acuerdo? - dijo en tono maternal y sin esperar respuesta salió de la Sala Común.

Podía jurar que me estaba introduciendo a la depresión, podía sentir como las ganas de vivir se me escapaban de las manos. No quería siquiera ver a Neville, quien era de suma importancia para mí y a quien menos quería preocupar, pero no tenía fuerzas para bajar por las escaleras.

Estaba rota, desolada, cansada de llorar, pero con ganas de más. Estaba seca de lágrimas y la cabeza me mataba, había llorado toda la noche en cada maldito sueño. Era terrible pero no podía parar, así que me cubrí con una manta para dormir nuevamente y desear no despertar por ser asfixiada.

- Callie – oí que dijo Hermione al sacudirme – Callie, despierta de una vez.

Refregué mis ojos y volteé a verla borrosamente. Estaba sentada en mi cama vestida de forma normal, por lo que supuse que las clases ya habían terminado.

- ¿Qué sucede? - pregunté con voz ronca.

- Los chicos se han ido – dijo ella – El padre de Ron tuvo un accidente y al parecer Harry pudo verlo.

- No comprendo – dije suspirando fuerte mientras refregaba mis ojos.

- Yo tampoco. De todas formas, Dumbledore me pidió que te dijera que puedes irte mañana por la mañana a Grimmauld Place.

Sentí un atisbo de felicidad al saber que vería a Sirius después de tanto justo en el momento indicado. Pero nuevamente la tristeza me invadió, como si no tuviese derecho alguno de ser feliz. No era bueno que me deje caer tanto por estos malos sentimientos, debía seguir adelante e intentar estar bien, pero simplemente no quería. Solo quería seguir durmiendo, así que me dispuse a hacerlo.

- Oh, no. ¡Arriba, Callie! - exclamó Hermione quitándome la manta de la cabeza.

- ¡No quiero! - dije como niña.

- Debes comer algo, Callie Baltimore. ¡No puedes dejarte estar! - replicó Hermione tomándome de los brazos para levantarme - ¡Vamos!

Luego de un rato de forcejeo, Hermione logró ponerme de pie y mandarme a la ducha. Mientras me aseaba de mala gana, volví a llorar un poco más por Draco. Me sentía estúpida de tanto hacerlo, pero no podía evitarlo. La cara me ardía de tanto llorar y casi me faltaba el aire, así que me obligué a calmarme para que Hermione no me mirase con su cara de "para ya, idiota". Salí y me puse un pantalón negro y una remera de tirantes.

- ¿Lista? - dijo Hermione al verme. Asentí – Bien, vamos a cenar.

La seguí fuera de la habitación mientras me ponía el suéter mostaza con una "F" en medio de Fred. Fred me había consolado casi toda la noche anterior casi sin decir ninguna palabra ni preguntar el por qué estaba así. Solo se sentó allí conmigo en el sofá, abrazándome, acariciando mi cabello y plantando besos en mi cabeza a modo de contención. Eso me había puesto feliz pero mi tristeza superaba todo. Comenzaba a molestarme tanto eso, pero no podía evitarlo.

La maldición de Callie || Draco Malfoy y tu.Where stories live. Discover now