Capítulo 8: Ganando confianza.

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- Te ves reluciente, linda Callie – dijo Fred luego de aparecerse en la cocina.

- Despampanante – dijo su gemelo sonriendo.

- Bellísima.

- Radiante – finalizó el gemelo de la cicatriz en la ceja.

- Gracias – sonreí sonrojada. Mis mejillas se sonrojarían siempre, no importa el motivo, era estúpidamente vergonzosa.

- ¿El vestido es nuevo? - preguntó Sirius sentado en su lugar. Se encontraba taciturno últimamente por alguna razón. Asentí.

- Se compró muchos vestidos – comentó la señora Weasley sonriendo mientras preparaba algo en la cocina – y todos les quedan preciosos.

- Veo que estuvimos de compras – burló Fred.

- Nos hubieses invitado – se quejó George.

- ¿Compraste lo más importante, linda Callie? - Fred se apoyo en el respaldo de una silla junto a mi.

- ¡Sí! - dije emocionada y busque entre las bolsas de compra.

Me había levantado sumamente tempano para ir al, como le dicen, Callejón Diagon para comprar las cosas que necesitaba. Al parecer, mis padres antes del accidente de auto habían dejando una enorme cantidad de oro en un banco llamado Gringotts, lo cual me parecía un tanto extraño. Molly me había acompañado, Dumbledore le había informado sobre el oro y cuando llegamos quise darle un poco, pero lo rechazo rotundamente. Cuando llegamos al callejón quede sumamente encantada, ¡todo era tan mágico que me hacía querer llorar de la emoción! Todo parecía cobrar vida, todo desprendía un brillo que era hermoso. Me había comprado ropa que me era necesaria al igual que zapatos, compre maquillaje en recomendación de Molly que decía que "haría resaltar mis encantos", me corté el cabello, el uniforme de la escuela que a pesar de ser mucho me pareció realmente hermoso y lo más importante.

- ¡Mi varita! - exclamé cuando la encontré en medio de la ropa. Fred me la arrebató de la mano para examinarla – 24 cm. Madera de árbol de cerezo, núcleo de pelo de unicornio mezclado con un ala de hada, rígida. Increíble, pero lo recuerdo todo.

Los gemelos acompañaron mi risa. El señor Olivander había dicho que la varita era la más dulce que había creado y que me estaba esperando hace mucho tiempo. Había probado cinco varitas diferentes antes de que esta me eligiera, ¡me eligió! Había sido fascinante sentir como volaba cuando la tome. Era de un marrón suave, con lineas floreadas en rosa. Realmente bonita.

- Podemos empezar cuando quieras, Sirius – le dije emocionada pero esté solo sonrió sin decir nada.

- Mamá – dijo Ginny Weasley entrando a la cocina con un par de sobres en su mano – llegaron las cartas de Hogwarts.

Los gemelos se aproximaron con curiosidad a su pequeña hermana y tomaron lo que suponía eran sus respectivos sobres.

- Oh, denme las listas así comprare los materiales esta tarde – dijo Molly distraídamente – si tan solo hubiera llegado un día antes, no tendría que hacer dos viajes.

- Esta es tuya, Callie – dijo Fred entregándome un sobre. Mi corazón dio un vuelco por la emoción.

La tome en mis manos inspeccionándola. En tinta verde citaba mi nombre y la dirección de la casa, detrás tenía un sello con lo que supuse era el emblema de la escuela. Lo abrí con curiosidad para ver que dentro había una carta que me decía que tenía una plaza en la escuela, un hoja para autorizar a alguna salida escolar y una lista de libros que se usarían este año.

- Oficialmente eres parte de Hogwarts, Callie – dijo Sirius detrás de mi – dame la autorización, yo te la firmaré.

Sin que le diga nada tomo la autorización y se fue. Sirius se comportaba tan extraño últimamente que me hacía creer que tenía algún problema conmigo. Estaba más hosco e irritable, casi no hablaba y se la pasaba la mayor parte del tiempo en la habitación de su madre con un hipogrifo (¡Realmente un hipogrifo!)que yo no me había tomado el atrevimiento de conocer.

La maldición de Callie || Draco Malfoy y tu.Where stories live. Discover now