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Sam estaba impaciente. Nunca había podido esperar, ni para que salga un libro, ni en la cola del cine, ni ahora, que sabía que estaba tan cerca de obtener algo que quería. No sabía exactamente que la hacía sentirse tan segura, tal vez había sido la sacada de lengua que Seth le dio apenas hicieron contacto visual, o el hecho de que ni le preguntó si quería ser su equipo al jugar a las escondidas, simplemente se paró a lado de ella y empezaron a jugar. Tenían 15 años y seguían jugando a las escondidas. Mentira, se dijo Sam para sí misma, hemos redescubierto las escondidas, y ahora que usamos tácticas y equipos es mucho más divertido.

Ya habían terminado de jugar y estaban todos sentados conversando.

"¿Y Tessa?" – dijo Lizzy – "¿Sigue mal, Manu?"

"Si, se supone que ya no puede contagiar a nadie, pero prefiere no levantarse de la cama"

"Me pregunto cómo le está sentando la varicela a una persona tan vanidosa" – dijo Andy, el primo de Lizzy. Todos rieron.

"Crueles" – dijo Sam aun riendo – "deberíamos ir a verla, yo creo que la soledad le puede hacer más daño que unas ronchitas".

"¿Ahora? ¿Se puede?" – dijo Dulce

Todos miraron a Manu. Era su hermana la que tenía varicela.

"Yo creo que sí. Pero, ¿en serio? ¿Cuántos podrían ir?" – dijo Manu sonriendo tímidamente.

"Yo normal" – dijeron Sam y Seth al mismo tiempo. Sam levantó la mano y luego los demás la siguieron.

Empezaron a caminar rumbo a la casa de Manu y Tessa. Manu era un año mayor que Sam, y Tessa un año menor. Al llegar, la mamá de Manu y Tessa los recibió calurosamente.

"Así que no me han olvidado" – exclamó Tessa dramáticamente cuando vio a las chicas entrando a su habitación.

"Sam, cariño, ¿podrías ayudarme a servir algo?" – dijo la mamá de Tessa entrando segundos después.

"Claro" – dijo Sam saltando de la cama y siguiéndola hasta la cocina. Allí estaba Seth sirviendo jugo en unos vasos.

"Hay un pastel en el repostero, allí están los platos" – dijo la señora señalando – "¿podrías servir para todos, corazón?"

"Claro" – dijo Sam sonriendo.

"Gracias, yo tengo que salir así que iré a alistarme, los chicos están en la sala, a ellos también les pasan pastel, ¿sí?"

La mamá de Tessa salió apresurada. Sam y Seth se encontraron solos en la cocina y un silencio sepulcral cayó sobre ellos. Seth salió con dos vasos y los dejó en la sala donde los chicos jugaban videojuegos. Cuando regresó por más vasos Sam se preparaba para salir con otros dos. De alguna manera lograron chocarse y derramaron un poco de jugo al suelo.

"¿Ves lo que haces?" – dijo Seth riendo.

"¿Qué? Tú eres el que iba caminando sin mirar" – dijo Sam riendo también.

"Es tu culpa" – dijo Seth dejando los vasos en la mesa y buscando un trapo.

"Es TU culpa" – dijo Sam poniendo servilletas en el suelo.

Ambos se pusieron en cuclillas y empezaron a limpiar.

"Tu culpa-"

"Que me gustes" – dijo Sam casi sin pensar.

"Tu culpa que a mi me gustes" – dijo Seth y se atrevió a mirarla.

Ella lo estaba mirando. Ambos sonrieron, Sam estiró su mano por encima del jugo derramado y Seth la tomo. Los dedos se entrelazaron, encajando perfectamente. Entonces Dulce entró corriendo a la cocina.

"Oh

Sam & SethOnde histórias criam vida. Descubra agora